jueves, 20 de febrero de 2014

Amigas ♥

Me gusta cuando me dan un abrazo. Cuando me dicen cosas bonitas. Cuando me hacen reír. Me gusta levantarme con ganas de verlas, y saber que están ahí porque quieren, que nadie les obliga a permanecer a mi lado ni a hacerme feliz. Me gusta sentirme acompañada. 

Me gusta que Belén me llame Mari Loli, y que me cuente cosas sobre sus ídolas. Me gusta ver cómo Elenuli es una chica tan sensible y fuerte a la vez. Me gusta la acidez caústica de violeta, y que me sienta a gusto cuando lloro con ella y me desahogo. Me gusta que Helen me diga que me quiere a pesar "de que soy una fea" y que tenga siempre una sonrisa en la cara. Me gustan los rizos locos de Kasi y cuando se cabrea, se pone muy guapa. Me gusta el entusiasmo que le pone Almudena a las cosas. Me gusta la extrema dulzura y magia que envuelve a Luna. Me gusta la organización de Livia y que haya aprendido a quererse como se merece. Me gusta que Pino sea tan inocente para poder enseñarle cosas de la vida, que esté tanto tiempo junto a mí, que sea ya de mi familia y los domingos en su casa, los cuales me hace compañía siempre que me quedo sola en casa. Me gusta el despiste de Gloria. Me gusta la espontaneidad de Eider y su forma de afrontar la vida. Me gusta saber que Noelia es un gatito encerrada en el cuerpo de una leona y que tiene miedo a la oscuridad. Me gusta que, a pesar de lo lejos que está, Maria Monerris sea mi flor y que la quiera cada día un poco más. Me gusta que Miriam tenga las cosas tan claras. Me gusta cómo Rocío te escucha y lo trasparente que es. Me gustan todas esas cosas y muchas más de vosotras. Día a día hacéis que esté orgullosa de vosotras y de mí misma.

A los que no encontréis amigas como ellas, os compadezco; es más importante cuidar una amistad que el amor, pues es más fuerte, duradera y excepcional.

martes, 11 de febrero de 2014

Tomarse las cosas tan enserio empieza a cansarme.

¿Pero qué me pasa últimamente? Me noto distraída, distante, no pillo las bromas, no entiendo cosas sencillas, me ahogo en un vaso de agua, no tengo ganas de salir, me esfuerzo y no veo resultados....

Lo intento, descifrar esta sensación que me hace sentir tan mal y no sé si es que miro el mundo con otros ojos o es el mundo el que empieza a mirarme distinto a mí. 

Cojo unos cabreos tan tontos, me someto y me someten a tanta presión que exploto de la forma más rápida y absurda. No tolero otras opiniones. No duermo. Eso es lo que peor llevo. Y tomo infusiones, me canso a lo largo del día, procuro poner mi mente en blanco y lo único que veo es cambiar el reloj de posición. Cuando caigo rendida porque no puedo más parece cuestión de diez minutos mi descanso pero he soñado muchísimo, raro y me acuerdo de la mayoría.

¿Qué te pasa cabeza? ¿Qué te pasa Lola? ¿Tengo que preocuparme? No, tal vez sea que tengo cosas que decir, o que quiero hacer algo que no puedo. Tal vez solo me haga falta llorar en el hombro de alguien. No sé, tal vez no me pase nada y en unos días todo esto desaparezca y vuelva a reírme como antes y a ser amable y apacible. 

Tomarse las cosas tan enserio empieza a cansarme.

domingo, 9 de febrero de 2014

Quizá eso no era amor

Quizá eso no era amor. Quizá solo era la necesidad de sentir algo distinto. El deseo de ir detrás de alguien que se diese la vuelta y te diese un beso de esos que flotan en el ambiente durante unos segundos. El impulso que se siente cuando te cogen de la mano y tiran de ti para ir a bailar, como si cayeses de repente por un precipicio de notas musicales y giros infinitos. La manera de mirar a la otra persona mientras duerme entre tus sábanas, respirando el perfume más natural que existe. Las carcajadas profundas que inundan el alma de felicidad y del analgésico más potente que hay: su sonrisa. La viva imagen de que se puede tocar el cielo teniendo los pies en la tierra, como si estuvieras en la tercera nube a la derecha de tus sueños. El sabor dulce de las noches de verano eternas, esculpiendo con un hermoso cincel blanco todo el amor del universo en nuestra memoria. El fuego que hace que prenda tu llama y que tengas energía como para mover el mundo y no necesitar tan siquiera un punto de apoyo y una palanca, porque esa persona es tu punto de apoyo.
El tacto aterciopelado con tan solo pensarle. Detener el tiempo, congelando una imagen y poder romperla en muchos pedazos sin que importe; porque lo que importa no es esa imagen ni que se quede durante mucho tiempo en tu cabeza, sino lo que sientes cerca suyo ya sea en el lugar más maravilloso de este mundo o en el vacío más absoluto. Imaginaros en todos los escenarios posibles haciendo realidad vuestros sueños y corriendo con vuestros futuros y de momento inexistentes hijos, eligiendo los muebles de vuestra casa, decidiendo hasta el olor de las cortinas. Cantando a pleno pulmón que os queréis y diciéndoselo a desconocidos por la calle, sabiendo que eso no lo consolidará más pero importándoos bien poco lo que la gente piense. 

¿Qué digo? Claro que era amor, tintado de locura, rociado de esperanza y mágico hasta decir basta