Me
miras como si pudieras volar, como si fueras mejor en cualquier aspecto que yo
con tan solo desearlo, como si fueras el que permite que el mundo siga girando,
como si pudieras llenar mi corazón con algo.
Te
ríes de mí, de mi forma de pronunciar, de mis ojos, de cosas tan triviales que
resultan completamente absurdas, del vacío que hay en mis bolsillos, de que
prefiera no comer ciertas cosas por unas creencias.
Me
odias sólo porque pensamos distinto, porque no me guste vestir como tú, porque
yo no conozco las leyes de tu mercado ni juego con ellas, porque no carezco de
amor y bondad, porque no le doy importancia a las cosas que tú sí.
Eres
feliz pensando que nunca te pasará nada porque hay personas como yo que
trabajamos para que tú tengas una casa confortable, unas zapatillas y un ordenador;
pensando que el agua que bebes está perfectamente filtrada, que tu equipo de
fútbol es el mejor y que esa es tu mayor preocupación en la vida además de
mirarme mal, reírte de los demás y odiarlos.
¿Pero
sabes cuál es la verdad? Que no puedes volar, que no eres mejor que yo ni lo
serás, que el mundo seguirá girando incluso cuando tú no estés y que llevaba
haciéndolo mucho antes de que llegásemos a él, que mi corazón solo lo llenas
con pena y la tristeza que no me da este mundo.
Que
puede que pronuncie mal pero sé más idiomas que tú y me los ha enseñado la
experiencia, que mis ojos son preciosos tal cual son, que mis bolsillos están
vacíos pero no más que tu cabeza, que creo en algo y eso es lo que me da
esperanza día a día.
Que
pensamos distinto y eso no lo vas a cambiar, que visto siguiendo unas
tradiciones y no unas modas, que aunque me falte de comer nunca me faltará una
sonrisa.
Que
sé lo que valen las cosas y lo que es el trabajo duro, que mis pies no están
mullidos como tu cama pero eso no me impide pisar fuerte a cada paso, que mi
agua está tan turbia como tus ideas y que mi preocupación es vivir un día más
con los míos sin importar el mañana. Voy a disfrutar de la vida aunque no sea
fácil y no voy tolerar las injusticias y tonterías de personas como tú.
Y
ahora… ¿qué sientes? Sigo siendo la misma persona que miras con indiferencia y
de la que te apartas cuando me ves en el metro. Pero he hablado, por boca de
unos o de otros he hablado para que dejemos de vernos como diferentes. ¿Tan
importante es el lugar en el que has nacido? ¿Tan dueños del mundo nos creemos
como para separarnos por colores?

Me mirás, te ríes, me odias, te engañas....
ResponderEliminar______________________
No apreciamos lo que tenemos, olvidamos muy rápido la suerte del lugar dónde hemos nacido. Porque sólo unos kilómetros más abajo podríamos estar comiendo tierra para engañar el estómago.
No contentos con ello, nos aprovechamos y despreciamos a los menos afortunados. Como si nos hubieramos ganado ese derecho. Derecho a ser malos, a ignorar corazón, y a vivir mirando nuestro ombligo.
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Me miras, te ríes, me odias, te engañas...