Cómo empieza a notarse desde el centro del pecho una chispa que
arde. Se extiende lentamente hasta el resto del cuerpo de manera similar a las
ondas que una piedra en el agua describe. Profundamente, se inserta en tu cabeza una
idea que empieza a acelerarse y a crecer tan rápido que incluso puedes notarla
explotar. Se disparan las pulsaciones y entonces, movimiento.
En eso se traduce lo que nos gusta en esta
vida, en movimiento. En calor, fricción, pasión y adrenalina. En que se te
pongan los pelos de punta y te muerdas el labio para frenar el momento. Pero lo
cierto es que no quieres, no queremos parar lo que nos mueve ni detener esa
magia que tiene y que es la que nos atrapa.
Podemos no admitirlo o gritarlo a los
cuatro vientos, pero todos tenemos espinas clavadas, demonios enterrados y
besos que no hemos dado. Morirse de ganas de hacer algo y no poder, darle una
lección al mundo de que sí podíamos hacer algo que en su momento no hicimos.
Y cuando comienzan esos colores en tu
cabeza de los que hablábamos al principio o la adrenalina de acelerar al
máximo, solo nos concentramos en una cosa que nos hace disfrutar y nos
olvidamos de que a veces hay cosas que nos arrastran al fondo. Nos sacamos las
espinas.
"Ha pasado tiempo", "estoy
mejor", "ya no pienso en...". ¿Pero para qué nos mentimos tanto?
No. No. Que todos nos equivocamos y hacemos las cosas mal, pero no te engañes
creyendo que esas espinas no están. Haz lo que te gusta, lo que te mueva, lo
que sientas tan necesario que sin eso no eres nadie.
Haz que enfrentarte al mundo sea tu
religión y que el credo de esta no se repita día tras día sino que se traduzca
en vivir una aventura.
¿Sabéis lo de que si no entrenas la
memoria se te olvidan las cos...? Chorradas. Sabes que nunca vas a olvidar
momentos en los que te sentías feliz. Quizá sí el lugar, o el nombre de todas
las personas con las que estabas, pero nunca esa sensación de volar.
Abre los ojos, canta, baila, corre, salta, grita, toca la guitarra, pinta, nada...Hazlo, hazlo todo. Escucha a los demás y comprende su dolor. Que son los amigos los que nos enseñan que un abrazo no cura las heridas pero las cicatriza rápido. Que sin las risas y la amistad a primera vista, no somos nada. Que nos tenemos que cuidar como el oro que somos y protegernos de lo malo. Que de las grandes ilusiones salen grandes viajes. Que no te puedes asustar de los contras que la vida te trae. Que sabemos lo que queremos pero nos lo perdemos por el miedo. Que somos tan buenos y grandes que no necesitamos enseñárselo al mundo.
El amor mueve más cosas de las que la pena
destruye y la mejor manera de moverse es volar. No os encadenéis a las alas de
vuestros demonios.
Disfrutad de la tarde del sábado, yo ya lo
he hecho, escribir es mi religión.
