Qué cierto es, me cuesta dormir si no es contigo.
"Ridículo" es como me siento cuando pienso en tu voz
y me doy cuenta de que solo fue el viento llamándote.
Pero te siento. Y favorezco encontrarme con tu mirada
cuando tu perfume persiste en mi cama;
gotas frías sin alterar y ropa interior desordenada.
Intento producirme y seguir caminando pero no me acuerdo:
¿cuándo dejaste de perseguirme? ¿Cuándo dejé de besarte?
¿Cuándo dejé de darme cuenta de que tú eras lo que tenía que encontrar?
"Absurdo". Cuando pienso en todos los abrazos que no nos hemos dado
y en el frío que no te he quitado las noches de invierno, café y amor.
Los kilómetros que he desandado y todas esas risas que nunca sonaron.
Tenía una butaca reservada, era la número 23.
Íbamos al cine a ver un estreno, con ese vestido blanco que te queda tan bien.
Y qué ciego, cuando me preocupaba más por qué ponerme
en vez de por cómo quitártelo. Y ya no me acuerdo.
No me acuerdo de esa película
ni de lo que significa "ridículo".
Ni del viento en la cara o de cómo olía tu cuello,
Tampoco de cómo me mirabas cuando me pedías que te abrazara
o de los lugares que iban sumando distancia.
No me acuerdo de las primeras mariposas que vimos.
Y ahora te llamo. Te observo. Te busco.
Todo en una distancia sencilla y sin gritos que exasperen tus latidos.
Me aguanto.
Sin respuesta espero a convertirme en el aliado
de la rutina absurda en la que ya no estás a mi lado.
martes, 24 de noviembre de 2015
sábado, 21 de noviembre de 2015
Que la marea no se lleve todo.
No quiero quedarme sin volar, ni sin sentir que el corazón se me ha roto de amor. Tampoco pensar que no soy capaz de que la vida me de igual por un instante, aquel momento en el que me encuentre entre tus brazos. Y a la vez, ¿sería yo sin sentirme libre cuando estoy sola? No. Actitud, predisposición e ilusión.
Dime si vamos a tener que parar esta guerra de sentimientos y me bajo del tren, haré que descarrile para que no quede nada antes de despedirnos por última vez y que, al chasquear los dedos, se olvide todo el mundo de que tuvimos algo. Por suerte o por desgracia, la vida es más grande que todo eso y el universo tan infinito que hasta acojona pensarlo; así que ni por un segundo se me pasaría por la cabeza comparar esa inmensidad con todo lo que llevo dentro. ¿O era al revés?
Nadie parece gritar que necesita una pieza que complemente ese puzle, ni que sea el calor de su vino para disfrutarlo poco a poco en el paladar. Parece que está mal visto aceptar que la vida siempre es mejor cuando el corazón te late más rápido al escuchar su nombre. Recordar una fecha y sentir una punzada es sin duda una de las señales de estar vivo, aunque a veces esa punzada te mate.
Si no paso por debajo de los andamios no es por superstición, es por seguridad. Pero juro que me arriesgaría a bajar al infierno por los que quiero. Un mundo en el que no tuviéramos vergüenza de aceptar lo que sentimos, en el que no tengamos que mentir ni cohibirnos por el mayor de nuestros enemigos: el miedo. Aprende a querer quien eres y, sino, es tan (jodidamente complicado) fácil como cambiar el rumbo. Y corre. Corre tanto como puedas y deja que la vida te sorprenda en esa carrera; pero no te pierdas detalle de lo que sucede a tu alrededor.
Desde la insultante ignorancia de mi juventud os lo pido, ved la realidad y afrontadla, no le echéis más hierro al asunto ni os recreéis en cosas sin importancia, desgastáis a los demás. NO hay que estancarse en una persona, ni en cosas insignificantes. Quitaos las manías, las malas contestaciones, esas maneras que "por ser vuestras" os pensáis con derecho a que los demás os las soporten. ¿Con cuántas personas has tenido conflictos? ¿Cuántas veces te han dado la espalda? Quizá no todas esas veces fueron tu culpa. Pero solo "quizá". Al final, en la sencillez está el gusto. Y eso no significa que las personas simples gusten más; las complicadas tenemos nuestro morbo. Pero por norma general, nos cansamos de las personas conflictivas. Que la marea no se lleve todo.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
