Qué cierto es, me cuesta dormir si no es contigo.
"Ridículo" es como me siento cuando pienso en tu voz
y me doy cuenta de que solo fue el viento llamándote.
Pero te siento. Y favorezco encontrarme con tu mirada
cuando tu perfume persiste en mi cama;
gotas frías sin alterar y ropa interior desordenada.
Intento producirme y seguir caminando pero no me acuerdo:
¿cuándo dejaste de perseguirme? ¿Cuándo dejé de besarte?
¿Cuándo dejé de darme cuenta de que tú eras lo que tenía que encontrar?
"Absurdo". Cuando pienso en todos los abrazos que no nos hemos dado
y en el frío que no te he quitado las noches de invierno, café y amor.
Los kilómetros que he desandado y todas esas risas que nunca sonaron.
Tenía una butaca reservada, era la número 23.
Íbamos al cine a ver un estreno, con ese vestido blanco que te queda tan bien.
Y qué ciego, cuando me preocupaba más por qué ponerme
en vez de por cómo quitártelo. Y ya no me acuerdo.
No me acuerdo de esa película
ni de lo que significa "ridículo".
Ni del viento en la cara o de cómo olía tu cuello,
Tampoco de cómo me mirabas cuando me pedías que te abrazara
o de los lugares que iban sumando distancia.
No me acuerdo de las primeras mariposas que vimos.
Y ahora te llamo. Te observo. Te busco.
Todo en una distancia sencilla y sin gritos que exasperen tus latidos.
Me aguanto.
Sin respuesta espero a convertirme en el aliado
de la rutina absurda en la que ya no estás a mi lado.

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