Hoy,
no hace más de 365 días que no te escribo.
Quizá solo haya pasado un suspiro desde que no te pienso,
pero parece una eternidad desde que no te siento.
Y a mí con eso me vale.
no hace más de 365 días que no te escribo.
Quizá solo haya pasado un suspiro desde que no te pienso,
pero parece una eternidad desde que no te siento.
Y a mí con eso me vale.
Hoy,
tu nombre no suena a una daga cortando el aire.
Quizá solo haya una posibilidad de que no te mire con deseo,
qué suerte que he estado apostando con el azar.
Y parece que tengo el último as.
Hoy,
espero que mires al cielo y sepas que aún busco tu olor.
Quizá me acuerde de ti cada día,
aunque ya no te lo diga.
Y eso es suficiente.
Hoy,
sigo aprendiendo a bautizar cada emoción que tengo guardada para ti.
Quizá eso sea egoísta para el que ocupe tu lugar;
cálido, o gélido, o marchito, y seco.
Y ahora resueno yo.
Sin sueños ni risas de en sueño o poesías vacías.
Una última frase que no sigue el compás,
porque mis dedos se aceleran al ritmo de esta canción que suena.
Una última frase que no sigue el compás,
porque mis dedos se aceleran al ritmo de esta canción que suena.
No puedo explicarte lo que daría
por contarte qué sucede;
y tampoco expresar cuánto pagaría al pasado
y tampoco expresar cuánto pagaría al pasado
por dejar un hueco en blanco.
Porque hoy es una razón más,
un motivo menos;
otra emoción neutral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario