lunes, 14 de junio de 2021

A Berkeley

Voy a echarte de menos, pero aún no sé cuánto. Porque, aunque digan que en el amor no hay que comparar, siempre queremos por comparación. El ejemplo perfecto será un febrero caluroso en el que recuerde tu niebla penetrando entre las faldas de Berkeley Hills. Seré más vieja, mi piel más gruesa, y sabré que esa imagen me refresca. 

Te buscaré en los gatos callejeros que te asaltan con miradas de ternura. Me dará fuerte al pensar que no estaré para ver cómo esta ciudad envejece estática en el tiempo: preservando su esencia, evolucionando viva y muerta. 

Cuando piense en él, te viviré a través de ese recuerdo. Y serás la sangre que transporta todo el oxígeno de esta etapa de mi vida. Un vehículo a través del que contar mi historia. 

Estás a la misma latitud que Alicante, pero no estoy en mi Mediterráneo; estas aguas son del Pacífico. Y te llevas la palma en los atardeceres estremecedores. Poder girar la cabeza hacia la derecha y despedirme de San Francisco; aunque no vaya tanto. Aunque estos meses hayan sido fríos, aunque a nadie le apetezca ser yo. He vivido en el exilio, escribiéndome mensajes de auxilio en un tarro dorado. 

Han sido 10 meses en los que le he hecho una declaración de guerra a tantos estados enemigos que entré en revolución. Cuando pensaba que esto iba a hacer que quemase mi Roma y lo hiciese todo cenizas, resulta que soy un Ave Fenix inoportuno; y solo tenía que esperar para renacer. Resulta que Berkeley también es fuego.

Que has hecho una revolución de valentía, trabajo, situaciones incómodas, conversaciones duras, despedirse con un "cuelgo yo", ser cabezota, respetar mi espíritu, maltratar mi cuerpo, construirme desde abajo, golpes bajos, adrenalina y excesos, ser el ratón detrás del queso.

Tan verde, tan alto como una secuoya, aleatorio en arquitectura, en harmonía como los transeúntes. Me adelantan por la izquierda y tengo que esforzarme en confiar en la sabiduría de quien hace la partida y me ha puesto aquí; porque no le temo a nada; porque esta es la mayor aventura de mi vida. Quiero que siga siendo así, a pesar de no saber cuándo será que caeré. Esto es un cincel que te abre la chapa y te toca con justicia poética y exactitud matemática donde hace falta tocar para decir "estabas y estás equivocada, pero si dejas que esto duela ahora, irás descubriendo la verdadera verdad". El camino del guerrero.


No hay comentarios:

Publicar un comentario