No nos define una única cosa. Ni una frase que dijimos. En este mundo de la inmediatez y de guardar datos, la relevancia de la entidad que somos se acelera también. Pero distorsionar la naturaleza humana mediante un mundo que gira a esta velocidad trae frustraciones.
No digo que no importe que te llamen. Importa un huevo. Pero no me importa si una persona en concreto no me llama. Mi Madrid nunca se quedó solo por más que la gente se fuera. Así como no me quedo vacía cuando evoluciono y aprendo. Desde que todo empieza, esto va de soltar y agarrar. Al ritmo que uno quiera.
Aunque nunca escuches mis canciones, ni seas capaz de ver mi interior; los colores siguen vibrando en las notas de mis mañanas. Tempranas, agitadas, imparables. Como dice Cayetano, "pedalea siempre hasta cuesta abajo pero también debes saber que si una bicicleta se para, te caes". No le debe "bastar" a nadie quienes somos. Tan solo aceptar o dejar marchar.
Y ahora que el sol acaba de salir y me está contando que va a ser un día fresco y despejado, me miro y pienso qué me define. Reduciéndolo a la absurdo, yo lo que quiero que me defina es la palabra pasión. Porque le pongo alegría a todo lo que hago. Victor Küppers dice que caminar sonriendo es algo que le choca a la gente. Y es cierto que canto en la calle cuando voy sola. Y que si me llamas, es probable que esté ahí. Aunque esté lejos y aunque no me veas; porque los colores siguen vibrando en las notas de mis mañanas.
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