viernes, 6 de febrero de 2015

Soñar y pre-ocuparse

Soñar no es bueno si no es despierto. Es despierto cuando tienes la capacidad de controlar las ensoñaciones que te vienen a la mente. El porcentaje de estas aumenta cuando algo nos preocupa, algo nos enamora o algo nos convierte en seres cuya gravedad atenta la de la tierra.

Estar todo el día en las nubes pensando que eso de "lo que tenga que venir vendrá" no entiende que la conciencia se evapora más fácil que esas preocupaciones que nos anclan a nosotros mismos más que a lo que sucede a nuestro alrededor.
Y es entonces, cuando empiezas a soñar. Y esto ocupa tanto tiempo, tanta cabeza, y, a menudo, tanto corazón que nos conviene apartar tales imágenes ficticias para concentrarnos en lo que de verdad estemos haciendo.

Pero claro, ahí entra en juego la palabra "PREOCUPARSE". ¿Habéis pensado en los formantes de esta? Yo me quedé mucho tiempo en esta reflexión...Los humanos nos PRE-ocupamos de los asuntos, es decir, nos "ocupamos" de cosas antes de que ocurran. Pero,¿significa realmente eso este verbo en castellano? No. Es sinónimo de angustiarse, estresarse, agobiarse; y no hacer algo antes de tiempo porque se sea previsor.

¿Cómo viajan nuestros pensamientos? Cuando estamos en clase aburridos, en una reunión que no nos interesa o simplemente esperando a alguien y nos ponemos a pensar, podemos mirar el reloj cien veces y averiguaremos que no es que se haya roto y las agujas se muevan más despacio; la realidad es que pensamos tan asombrosamente rápido que nos cansamos de estar con nosotros mismos por el monólogo continuo que nos generamos.

De todo esto yo extraigo 3 conclusiones:
La primera es que tenemos que aguantarnos un poco más a nosotros. Estar a gusto entendiendo lo que nuestro cuerpo nos quiere decir para ayudar a la cabeza a desliarse. "Soy una férrea creyente en Lola, no sé si os he hablado de esa diosa. Es valiente, se levanta cada mañana con unos planes que intenta cumplir. No llega tarde, no se cansa de la rutina. Aunque a veces es un poco cabezona y ha cogido la mala costumbre de ir a lo que tiene que ir y no a lo que a veces le pide el corazón, no deja de fiarse de sus instintos y de reír; porque si algo sabe es que la fuerza de su risa es lo que le convierte en una diosa". Qué sano es quererse a uno mismo.



La segunda es que la "preocupación" para mí tiene que tomar un rumbo totalmente distinto: "Yo no me voy a preocupar (agobiar) porque no he hecho los apuntes para una clase en concreta, sino que me voy a preocupar (hacer con antelación) para que cuando llegue pueda seguir la clase perfectamente".

Finalmente, hay que soñar dormidos y pensar despiertos. Los soñadores como yo tenemos que controlar que esas divagaciones que tanto nos gustan se reserven a una pequeña porción para mantener la cabeza despejada cuando toca. Que soñar sea hacerse ilusión con las cosas de la vida pero no una forma premeditada de querer controlar todo y decepcionarnos cuando no ocurre como habíamos "soñado".

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