Buenos días a todos. Me he levantado con la idea de estudiar farmacognosia y de hecho, después de incluso soñar con isoflavonas, al despejarme con mi café diario me he puesto a pensar en algo que es obvio: cada uno es como es.
Esta frase tan cortita, tan infinitamente interpretable, adopta para mí un significado que no es más que el siguiente: yo soy como soy, está claro. ¿Por qué? Por cómo me han criado, quienes, donde y en la época en que lo han hecho. También mi entorno me ha moldeado y dado un punto de vista u otro y cada uno forma parte, en cierto modo, de mí.
Por lo tanto, aunque se decidan cambiar ciertos aspectos (ej.: si alguien responde mal, el no pensar en los demás, ser poco ordenado o, por el contrario, muy controlador, no dar opciones a nadie... y una larga lista de defectos) en los que siempre es bueno corregirse y mejorar como persona (ya no de cara a los demás sino más bien para uno mismo) hay cosas que va a ser muy complicado cambiar.
Todos habéis oído hablar de los genes, ¿no? Sí hombre, esas cositas que determinan nuestro ser en gran parte y que con un mínimo error provocan consecuencias horribles. Bien, pues toda esta introducción ha sido para centrarnos en los siguiente: yo nunca he sido una chica hiperdelgada. Crecí sin comer chucherías ni demasiada bollería industrial porque mi doctora y madre, que eran la misma, se negaba a darme algo tan "procesado". Una niña "sanota" como aquel que dice y con sobrepeso. Llegó un punto que esto cambió, tanto por el crecimiento como por decisión mía. Y he de decir muy orgullosa que no tengo ni he tenido nunca ningún complejo pero está claro que todos tenemos al típico amigo o amiga que come como un elefante y no sabemos dónde se lo mete.
Hoy en día, aún gustándome a mí misma, he decidido comenzar la típica dieta para lucir un abdomen plano en verano y que los bikinis me queden chulos chulos. Y ahora, poniéndome seria de nuevo, no tendría porqué hacerlo. Tengo 19 años, una 36-38 de pantalón y nunca he sido (ni probablemente nunca lo sea) una chica que se pueda comer una tableta de chocolate día sí día no sin que tenga sus consecuencias. Mi IMC me sitúa dentro de un peso normal y estoy contenta por comer sano, hacer deporte y seguir teniendo mis curvas que oye, me encantan.
Los genes me determinan, a mí y a todos, y me puedo empeñar en no llevar gafas que llevo "miopía" tatuado en mis genes. ¿Por qué hacernos sentir algo que no somos? ¿Por qué si tienes más de una 40 estás "gorda" y si no tienes pecho eres una "tabla de planchar"? En qué momento nos han engañado chicas... Y lo mismo para ellos eh, que a todas nos gusta el moreno de playa con sus abdominales bien marcados, pero es que cuando debajo de esos músculos lo que hay es tontería, que le den al dios griego; que muchos de esos chicos están así de "petados" por hacer trampas y sin la magia de los batidos de proteínas quizá su brazo no tendría el perímetro del de un melón. Volvemos a lo mismo, cumplir un estereotipo impuesto.
Quizá esto os suene a anuncio Vitalinea o de Ligeresa, cosa que me da igual, pero no se trata de hacer dieta los 1 de enero y abandonarla por el camino. Ni de ir al gimnasio solo cuando te ha entrado la vena del deporte. Hay que comer bien (de todo, dándole importancia a fruta, vegetales y menos grasas animales) y practicar deporte en función de cómo sea cada uno. Pero no por ningún cuerpo top ni por gustarle a nadie, qué coño va a ser por eso (pido perdón por la expresión). Hay que hacerlo por la vitalidad, evitar enfermedades, sentirse activo, despejado, dormir bien y una larga lista en la cual se incluye y de manera destacable el verse bien a uno mismo. Ojo, que a quien no le disguste tener sobrepeso me parece estupendo, pero tiene que darse cuenta de que conforme nos hacemos mayores las cosas van a más y por un tema de salud (cardiovascular metabólico, de procesamiento de azúcar, respiratorio, muscular y óseo...) no es bueno.
Y eso señores, somos como somos y no vamos a engañar a nuestros genes, no permitamos que nadie nos engañe a nosotros.
Equilibrio; es la palabra clave, la visagra que sin estridencias abre la puerta a lo adecuado y verdadero que se encuentra entre el blanco y el negro, entre el todo y la nada, entre el sufrimiento y el hedonismo
ResponderEliminar