Te quiero recordar cómo de importante eres. Que el calor dentro de ti me ha provocado alejarme de las golondrinas de Bécquer. Hace tiempo que no sé mirar el horizonte en los colores del espectro visible; y más bien me muevo como el espectro de aquello en lo que pensé que nunca me convertiría. Y sigue una parte que no se apaga, y vuelve de vez en cuando la tarde a tornarse rosa y naranja y el viento grita mi nombre mientras me ilumina desnuda por los huecos que deja la persiana.
Se oye un orgasmo matutino al morder las tostadas y como la melodía crece para morir antes de que podamos tan siquiera pensar en el sonido. Así de rápido mueren mis ganas. Así de brusco se vuelve el tiempo. Como tecleando un instrumento lleno de notas inexploradas, voy probando hasta que acierto y eso vale por todos los estruendos que he ido dejando atrás. Porque sí, lo dejo atrás y eso me sirve para volver al título: "cómo de importante eres".
El reflejo de las tres veces que he conjugado el verbo "volver" y las tres uves de esta frase, fue en vano la búsqueda de fe; de donde no hay, se saca rascando. Saco las uñas y me muestro, llena de encontronazos, llena de fe. Saco las uñas y me desgarro cuando no llego a verme desde dentro.
Pero de momento no lo necesito demasiado; no hay conclusión tras estos párrafos, solo una gran ola en la que me estoy moviendo y no encuentro dónde romperá, dónde iré a parar. Tal vez lejos de aquí, probablemente fuera de ti. Cómo de importante soy ya me lo recordará la espuma de esta ola, el crujido de la tostada, las golondrinas de Bécquer.
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