Que lo maravilloso del arte es
compartirlo.
Que no debería pedir que leyeras
mis líneas,
ni tú que escuchara tu
compás de eterno gigante.
Que lo maravilloso del arte
es compartirlo.
Que no debería pedir que
leyeras mis líneas,
ni tú que escuchara tu
compás de eterno gigante.
Que no quieres que compare,
pero comparto y relato mi
parto de sílabas
con un olor al
perfume del pasado con otros.
Los que me consideran
artista,
los que me partieron el
cora
pero valoraban mi brisa.
Y eso no te gusta.
Y me enfado;
y lloro;
y grito en silencio que no
estoy siendo yo misma,
pero tú no lo ves.
Te lo digo;
pero no me crees.
Lo traduces;
pero no lo quieres
entender.
Te pido que me ayudes a
juntar unas imágenes,
para las que tienes tiempo
solo si es con márgenes.
Porque no es tu rap,
no es tu estilo, solo es
mío.
Y me sabe mal.
Te doy un consejo legal,
pero me pones un bozal
cuando tiene más peso
si te lo dice cualquier
chaval.
Tonta que tarda en tocar tambores
en la tardor.
Es normal que no sepas
quién soy,
si no te acuestas con
Dezba;
si se te olvida que estoy
hecha de letras;
si no has vivido el calor
entre las tejas
de una Valencia antigua y
moderna.
Aquí gobierna una eterna y
sempiterna caverna;
extensa, externa y CLAP.
Despierta.
He hecho cinco estrofas con
nueve versos.
Flow criminal y rimas a
matar.
Todo esto sale de mis
dedos,
Tras pensar en el sencillo
concepto de sentidos diversos.
Que lo maravilloso del arte
es compartirlo.
Que no debería pedir que
leyeras mis líneas.
Gracias a Dios que has
vuelto,
cuánto te he echado de
menos,
Dezba.