lunes, 8 de marzo de 2021

Dolores

 Ayer me rozó la lluvia de una forma que nunca había hecho.

Me acarició una gota de rocío al caer sin freno por las hojas del helecho de mi vecino.

Y me acuchilló el frío cuando se congeló la entrada de tu portal.

Vivo como si mi vida hubiera dejado de ser mía,

y auténticamente me estuviera convirtiendo en parte de un todo.


¿Pero por qué no se disipa todo lo que hay en el corazón?

¿Por qué no se automatiza el liberal los pesos que no sirven?;

como un sherpa que conoce el poder de la legitimidad.

¿Por qué sigue este picor dentro de mí? 

El que me dice que no estoy exactamente donde debo estar.

Las entrañas desgarradas, desganadas, descontroladas en el cauce del caos.


Hablando de vidas indiscutiblemente incombustibles

con ambiguos futuros hipotecados.

Jinete en esta carrera potencial en el que me he dejado una ponencia.

Mala suerte, estás esclavizada ante una vida que no es tuya,

en la que no te llueve en la piel ;

y cuyo interior retiene un caballo ganador llamado Dolor.

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