domingo, 15 de marzo de 2015

Clasificar y sus consecuencias

¿Que por qué clasificamos? Porque es necesario. Porque queremos orden. Hasta la persona más desordenada se entiende en su amalgama desastrosa. Y es que somo humanos y el caos nos asusta. Las categorías también son necesarias. Por ejemplo, no es lo mismo decir que tu flores son las más bonitas del barrio que del mundo. Tampoco es igual decir...qué sé yo... "te quiero, joder" que "yo también".
Cómo usamos el lenguaje eh... y cuánta parafernalia a su alrededor. Suena hasta manipulador; y es que de hecho lo es. Decir las cosas claras, ordenadas, etiquetas al fin y al cabo no deja de ser una mentira para autosatisfacer nuestro instinto de supervivencia. Claro, que aunque hace tiempo que nos libramos de los leones y de morir congelados (no todos, pero de eso ya he hablado en otras entradas), en Occidente tenemos enemigos muchísimo peores porque somos nosotros mismos. Enfermedades mentales, virus, violencia, discriminación, política, partidos de fútbol que acaban con muertes (sí, "ya está Lola criticando el fútbol"...Lo siento, me pone enferma ese fanatismo. Será que no lo entiendo)...

Señores, la clasificación nos está ahogando en un mar de dudas y de diferencias marcadas de manera tan clara como poco claro está a lo que pretendemos llegar. 

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