lunes, 27 de mayo de 2019

Ser faro, ser luz

Todo el mundo sabe que a veces, me da por escribir. Muchas veces es por aburrimiento o por inercia; en los momentos malos y en los buenos; e incluso en aquellos en los que no hay blancos ni negros, solo grises (muy bonitos) mientras disfruto el paseo.

Por seguir con el color, está el naranja de los atardeceres. Cada vez duele menos pensar en los que vimos juntos y que siguen allí, cada día un poco más tarde y que vivirán más que nosotros.

Está el verde. El verde en muchos tonos distintos pero el más bonito es el verde esperanza. Y hablando de esperanza, hay personas que son como velas, o velas que son como personas (no estoy muy segura). Pero la luz que desprenden va mucho más allá de la llama y el calor tintineante. La luz de una vela encendida (y de una persona) puedes verla en la oscuridad aun cuando estás muy lejos de ella; porque hay gente que no necesita ni siquiera abrir la boca para demostrar su fuerza y, sobretodo, su bondad. 

Obcecándonos, a veces demasiado, en reprimir algunos sentimientos cuando es complicadísimo. Cuando no es necesario. Cuando lo que importa está más en lo que se dice que en lo que se calla; y se encallan en el alma el dolor y la tristeza. Y es que los faros no están hechos para estar apagados, ni las personas que son como faros y tienen la desgracia (y la suerte) de intentar hacer volver a barcos que están en realidad perdidos.


Ser faro, ser luz.

miércoles, 22 de mayo de 2019

La felicidad también se entrena

La felicidad también se entrena. Lo puedes hacer escuchando esos tacones en los que hacía demasiado tiempo que no te subías, poniendo andamios de personas que te quieren y te cuidan de verdad, esos que de tenerlos siempre tan cerca dejas de ver pero sin los que te caerías. 

Podrías, por ejemplo, recordar tu rutina de frases matutinas; la retahíla de versos que cantas desde hace años, aquellos incluso que has aprendido hace poco y no tienen sentido; ya lo tendrán. Porque avanzas, porque no te caes. E

Ser luz, entre tanta niebla, para quien acabas de conocer y aprender a recibir brillo de fósforos incandescentes. Cada uno en su universo, en uno tan oscuro que nadie entiende. Los nervios en la piel; una dermis que, gracias a ti, te acarician y te cuidan cuando necesites esconderte. B

La felicidad seguro que se entrena aprendiendo. 

Descubriendo la obra de arte en la que te mueves y caminas, gritando en silencio que estás aquí y que no te vas a ir. La ausencia de ti mismo es un castigo inmerecido; lo saben hasta los enanos. Esforzarse y reírse de lo malo, que es mucho menos que lo bueno siempre. M

Necesitamos invertir en experiencias, atrevernos a ir un concierto solos y que se nos suba el corazón a la boca invirtiendo en Pecados. Que es mentira eso de que la medicina es el remedio para las Cicarices; sobretodo cuando a las rosas les salen capullos, es mejor cortarlos de raíz. S

Aunque no seamos expertos en felicidad, la entrenamos cada día sin darnos cuenta y eso, poco a poco, da resultados.

jueves, 16 de mayo de 2019

Otro calo más

Algo que sea de verdad, una rubia entre mis manos, otra entre mis brazos. Fumar un calo y mirar al sol, que calienta mientras se esconde, usando el cielo de lienzo y marcando el camino hacia el fin de un día.

La risa sincera, de la que es estridente y genera más voces, contagio, tu flujo incansable de luz y vida. Unos amigos, la hierba fresca, unas cartas y saber que aún quedan horas hasta acostarse. La incertidumbre de volver acompañado a casa y que sean tus curvas las que alinean mi mente en el rooftop más cercano que veamos.

Comprarte ropa interior que me vuelva loco y te elogio, eres el momento vivo y duradero que se acabará en cuanto parpadeé. Y te alargarás, y me dolerá. Pero qué bien sienta estar. Esto es de verdad, las burbujas de una rubia que atraviesa mi garganta y la mirada malvada de la otra que quiere que la bese sin cesar.

Un nombre que coleccionar, historias que contar, otro calo más.

sábado, 4 de mayo de 2019

Los 10 caminos del boicot

Hablando con un buen amigo que está lejos me ha inspirado para escribir un par de cosas que me hacía falta poner sobre el papel. ¿Por qué nos boicoteamos? ¿Cuál es el buen camino? Esto te lo dedico a ti, por todas las cosas que aún nos quedan por vivir y por todas las veces que el corazón se romperá (y las que estaremos para reconstruirlo).

Los problemas o tienen 10 soluciones mínimo o no tienen ninguna y en el transcurso de estar ciego y buscar fuera de uno mismo, es bueno echar un vistazo dentro y recoger esa energía que realmente llevas y te pertenece.

Puede que, al menos en mi caso, la palabra no sea boicotear. O sí. Pero puede que haya que quitarle esa connotación negativa y cambiarla para decir "proteger". Puede que me boicoteé ruinmente pero que sea una forma de no dañarme más. Puede que sea porque me conozco de forma subconsciente (no del todo, ni de lejísimos) y ponga el freno de mano cuando la cosa se acelera y siento que aún no me he curado de mi anterior caída.

El buen camino es el del amor. "Cuanto más amor das, mejor estás y así to' el rato bro". Lo diga quien lo diga: alguien a quien admires, que te inspire, que no te caiga bien, quien sea; hazle caso. El mejor camino es aquel en el que amas a quien te ama, perdonas a quien te daña y sigues buscando tu senda sin esperar que, quienes te acompañan en ella, se comporten como tú crees que deberían comportarse. Eso se llaman expectativas y fomentan los prejuicios y las infelicidades. 

Cuando algo te moleste, dilo y quítate la piedra del zapato; pero anda. 
Cuando pierdas a alguien, llórale; pero no permites que te entierre a ti también. 
Cuando descubras verdades que duelan agradece haberlas visto porque aunque vivamos mejor en la ignorancia, no se puede comparar a la libertad de tomar decisiones sobre cómo tomarnos las cosas.

Mientras des amor, aunque te boicotees las veces que necesites para curarte, tu camino se irá abriendo; "y así to' el rato bro".

jueves, 2 de mayo de 2019

Maleta amarilla

Aquí hay dolor; muy poco. Una gota de rencor, inequívocamente intoxicándote, muy poquito a poquito, calando hondo dentro de tu ser y pesando como una losa enorme. 

Ya te has ido quitando de dentro un montón de carga: liberación de algo que ni sabías que llevabas a cuestas, siendo lo menos liviano el hecho de que tú mismo ya ni estabas. Eso es lo que más amarga.
Has ido encajonando en rincones del alma eso que estaba esparcido por en medio, que no te dejaba ver con claridad tu objetivos y te ataba de cierta forma. No todo era malo, de hecho era muy bueno y si no, no sería tan letal ese último remanente.

Poco a poco has dado la cara, quitándote el perfil y buscando dentro eso que creías que estaba fuera. Los pulmones se han ido desprendiendo de humo y sabes que el precipicio está cogiendo una altura estupenda para saltar y caer de pie. Ni diez años y un día, ni el círculo, ni la mezcla de una base en un tocadiscos o la maleta amarilla que me encanta llevar a mi lado. Eso estará y será un reflejo vago cuando en primavera recuerde las rosas y los libros el 23 de abril. 

Vas sacando, como una oleada de fuerza y tristeza en función de cómo sople el viento, motivos por los que comprender que te atreves con todo, sin escaparte, sin esperarte, sin disimular. Es un proceso curioso, lento y motivador: quitar las telarañas, mirar al lado y ver un hueco que llenar, o dejar así. I'll be OK, not just today pintado en una carretera, el calor, tu mirada, una foto, una risa, el asfalto, el olor a sal, volar, gritar, un beso, un sollozo, un mareo, una llamada, un corazón, dos razones, tres discusiones, cuatro abrazos, cinco días.

Cómo me gusta esta mochila vacía, el horizonte despejado, las miles de flores que me encontraré, las veces que me recordaré, cantar Outro y darle mi sentido para que Verte amanecer me sepa aún mejor. Qué bien este salto, qué bien mi maleta amarilla.