Me acuerdo de levantarme aquella mañana el 27 de septiembre de 2014. Me había despedido de todos mis amigos, de mi casa, de mi bici, de los helados de la Masiá. Fue bonito cerrar la maleta, poner el despertador pronto y despedirme rodeada de besos y cariño.
Llegué a Madrid y llovía. Y hacía frío y no conocía a nadie. No me quise volver en ningún momento y menos cuando conocí a Mercedes en la cafetería. Mucho menos, incluso, cuando volví a ver a Sergi en clase. Entre el humo de una cachimba en la habitación de la residencia reímos mucho y empezamos a darnos cuenta de lo que era vivir solos y lejos de casa. Turboembudos, mucho cine.
Tiempo después de haber aprendido a que el hogar es el sitio donde pasas la mayor parte de tu semana, me di cuenta de que aquello que creía que dejaba atrás en Alicante solo quedaba en otro plano. No se puede mantener contacto diario con tanta gente y aún así siguen estando ahí, formando parte de ti.
Los siguientes años han sido una locura. He viajado, he perdido mucho, he ganado todavía más. Me encanta pensar en el día que Pablo perdió el vuelo, en la anécdota que tengo con Santi yendo a Portugal, en las veces que me he quedado dormida en el 518. La primera entrevista, el último susto. La de veces que el Supercor nos ha salvado la noche y cuantísimas hemos cerrado "los bares" para callarles la boca a todos los que dicen que "no hay nada en Villaviciosa". Sus fiestas, su gente, haberme enamorado en sus calles, haber trabajado tanto por ser farmacéutica.
Lo que diferencia esto de lo del resto puede que sea muy poco, excepto que es mío y lo he vivido lo mejor que sé. Renací en Colombia y me recorrí muchos kilómetros también por aquí y por allá. Nos hemos apuntado a un bombardeo, la verdad es que ha sido continuo movimiento. Y aunque aún queda tiempo para volar a California, seguro que recordaré dentro de un tiempo que el 15 de septiembre de 2019 aterricé allí; el tiempo que hará ese día y cómo conocí a gente a la que querré.
De momento, ha sido un placer Madrid. Gracias a todos, por enseñarme a base de palos y de alegrías. Por enseñarme sin más.
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