Soy consciente, plenamente, de que a veces solo buscamos sentirnos bien con nosotros mismos. Lo necesitamos: un perdón, una palmada en la espalda que nos diga que "has tomado el camino adecuado". Aprobación, amistad, recrearse en un objetivo. Cerrar capítulos.
Todo sentimientos que requieren de algo fuera en vez de mirar en el interior. Es tan fácil hacer listas de lo que hicieron mal, buscar reprimendas, decir que ya no estás orgulloso. Es tan fácil (y necesario). Pero hay que coger las situaciones con un marco teórico (gracias TFG) y dejarse de acertijos con uno mismo. La diferencia entre complicado y sencillo es darle la importancia que merece. Y no la merece cuando tú ya has saltado de página.
Palabras que se dicen traicionando o las que no se dicen. Pasará el tiempo y quedan ahí. Sin futuros reproches, lo prometo, pero grabadas y desmerecidas. Aún así, la filosofía de subir y no hacer búmerans de historias acabadas sigue siendo la acertada.
Sin excusas, sabiendo qué eres, sin calificativos que deploren ni enturbien intenciones que no había. Sin remordimientos. Ni sabes amargo, ni escueces, ni quiero seducirte, ni volver a ti. Ni quiero fumar, ni quiero tropezar. No tengo recetas para semanas de mierda, pero me estoy quedando con quien me las salve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario