miércoles, 29 de enero de 2020

Arquitectos


Hoy va sobre edificios.

Cuando quieras construir un rascacielos con una persona, ocúpate en primer lugar de hacerlo en un sitio adecuado. Nadie construiría un edificio así de alto lejos de la ciudad, lejos de aquellos a los que ama; para estar tan solo con alguien y dejar a un lado su deporte, su trabajo, su cabeza, su corazón.
¿Te has encargado ya de saber que si te cortas, sangras? ¿Eres consciente de lo duro que es darte una concesión de construcción? Bien, eso es que estás vivo y preparado para empezar una relación.

Cada edificio es diferente y unos esperarás que duren más tiempo. Con otros, solo esperas divertirte un rato: estar ocupado por un tiempo en un proyecto al que, sin darte cuenta, ya le habías puesto fecha de caducidad antes de si quiera empezarlo.
Pero todos empiezan por lo mismo: unos cimientos. Deben que ser lo suficientemente fuertes como para aguantar cada piso que agregues; y especialmente cada una de las personas que pasen día a día por ahí. Sí, cada planta suma un año y las personas son esos pequeños problemas que surgen a diario debido al estrés del trabajo, a concesiones que hacemos aunque no queramos, a los tira y afloja que a veces pesan más de la cuenta.

No pasa nada, hay quienes han sido capaces de llegar a una azotea desde la que mirar abajo; orgullosos; y sentir que volverían a invertir tiempo, esfuerzo y lágrimas en un edificio que llevase su nombre. Será que soy una romántica empedernida y creo que algún día me pondré manos a la obra.

Hay un error en el que es muy fácil caer (ojalá pudiera deciros que es de cálculos, pero el amor no es una ciencia exacta). Se trata de la pasión del principio en la que el sexo, la comida, las escapadas, las ganas de conocer a su entorno y meterte de lleno en esa persona se mezclan y te impiden ver que, quizás, estás tambaleando una base que está lejos de ser sólida. Y somos humanos: "al final, después de tanto tropezar la puta piedra va a acabar por pensar que soy idiota".

Tendrás que tomar decisiones que respalden que, lo que haces y cómo lo haces, es lo correcto. Cediendo a veces y estableciendo unos límites otras; ya que todos tenemos cosas negociables y otras que no lo son. Y cuando eso que te importa más que nada se pone en peligro, quizá es momento de echar el freno, parar las máquinas y retirar las grúas. Siempre será mejor caer de un segundo que de un sexto piso. Aunque el golpe sea tremendo, te aseguro que no te matará.

Quizá un buen truco sea fijar un "pensamiento policía". Algo que te ancle a la realidad y te recuerde porqué decidiste cambiar de proyecto. No empezarás otro edificio en seguida; los mejores arquitectos irán al paro para recapacitar sobre su trabajo antes de plantearse cualquier proyecto nuevo. Pero está bien: aire fresco, nuevas ideas y tú caminando por una ciudad llena de personas con sus edificios a medio hacer.

No te pares, no te alejes, no te muevas.

Haz lo que necesites, pero aprende.

Haz lo que te duela, pero cúrate. Sea como sea, ante la duda, elige siempre corazón.

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