Hoy va sobre edificios.
Cuando quieras construir un rascacielos
con una persona, ocúpate en primer lugar de hacerlo en un sitio adecuado. Nadie
construiría un edificio así de alto lejos de la ciudad, lejos de aquellos a los
que ama; para estar tan solo con alguien y dejar a un lado su deporte, su
trabajo, su cabeza, su corazón.
¿Te has encargado ya de saber que si te
cortas, sangras? ¿Eres consciente de lo duro que es darte una concesión de
construcción? Bien, eso es que estás vivo y preparado para empezar una
relación.
Cada edificio es diferente y unos
esperarás que duren más tiempo. Con otros, solo esperas divertirte un rato:
estar ocupado por un tiempo en un proyecto al que, sin darte cuenta, ya le
habías puesto fecha de caducidad antes de si quiera empezarlo.
Pero todos empiezan por lo mismo: unos
cimientos. Deben que ser lo suficientemente fuertes como para aguantar cada
piso que agregues; y especialmente cada una de las personas que pasen día a día
por ahí. Sí, cada planta suma un año y las personas son esos pequeños problemas
que surgen a diario debido al estrés del trabajo, a concesiones que hacemos
aunque no queramos, a los tira y afloja que a veces pesan más de la cuenta.
No pasa nada, hay quienes han sido
capaces de llegar a una azotea desde la que mirar abajo; orgullosos; y sentir
que volverían a invertir tiempo, esfuerzo y lágrimas en un edificio que llevase
su nombre. Será que soy una romántica empedernida y creo que algún día me
pondré manos a la obra.
Hay un error en el que es muy fácil caer
(ojalá pudiera deciros que es de cálculos, pero el amor no es una ciencia
exacta). Se trata de la pasión del principio en la que el sexo, la comida, las
escapadas, las ganas de conocer a su entorno y meterte de lleno en esa persona
se mezclan y te impiden ver que, quizás, estás tambaleando una base que está
lejos de ser sólida. Y somos humanos: "al final, después de tanto tropezar
la puta piedra va a acabar por pensar que soy idiota".
Tendrás que tomar decisiones que
respalden que, lo que haces y cómo lo haces, es lo correcto. Cediendo a veces y
estableciendo unos límites otras; ya que todos tenemos cosas negociables y
otras que no lo son. Y cuando eso que te importa más que nada se pone en
peligro, quizá es momento de echar el freno, parar las máquinas y retirar las
grúas. Siempre será mejor caer de un segundo que de un sexto piso. Aunque el
golpe sea tremendo, te aseguro que no te matará.
Quizá un buen truco sea fijar un
"pensamiento policía". Algo que te ancle a la realidad y te recuerde
porqué decidiste cambiar de proyecto. No empezarás otro edificio en seguida;
los mejores arquitectos irán al paro para recapacitar sobre su trabajo antes de
plantearse cualquier proyecto nuevo. Pero está bien: aire fresco, nuevas ideas
y tú caminando por una ciudad llena de personas con sus edificios a medio
hacer.
No te pares, no te alejes, no te muevas.
Haz lo que necesites, pero aprende.
Haz lo que te duela, pero cúrate. Sea
como sea, ante la duda, elige siempre corazón.
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