domingo, 3 de enero de 2021

2020

Gracias por venir a leer.  Quiero hacer un resumen de mi 2020.

En enero sería la última vez en visitar con mis amigos el muelle en Santa Mónica. Y San Diego me ofrecía una de mis últimas fiestas.

Un febrero inocente e iluso con ganas de volver a casa. Con un marzo duro en el que se dejaba claro: había una alarma mundial. Familiares y amigos perdiendo el trabajo, la ilusión, el contacto consigo mismos.

Para aquel entonces ya hacía tres meses que tenía mis dos tatuajes "Allow" and "Inspire". No sé cuántas veces me dije en el Yosemite que debía repetirlo cuando algo fuera mal. Esas dos palabras resonaron. Nueva ciudad. San Francisco. Sola. Con Jordan. Un trabajo que no entendía. Una ciudad que sin duda me consumía.

Estaba viva y evolucionaba implacable hacia una península sucia. Inerte. Vacía. A las 9 se repartía el crack en frente de casa.

Una de las noches, vi a un ángel. Mi vecino me salvó de que tres sin techo me robaran. Yo estaba en un portal paralizada de miedo. Estaban cerca. Demasiado cerca.

Abril me sirvió para conectarme con una parte de mí que no conocía. He fumado como una camionera. He llorado todas las noches en aquella azotea. Mirando a través de un mar de dudas en un piso 13. Me seguía doliendo haber sido estafada. Era vergüenza por no saber cuál era mi lugar y cuál era el siguiente paso.

También, aprendí a comunicarme a través de una pantalla. Y qué es posible un nuevo estilo de vida sin tantos desplazamientos. La pandemia demostraba que éramos valientes ante la incertidumbre. En casa ya llevan un mes encerrados. Papá está en el hospital y le duele al respirar. Tengo pesadillas constantemente y trabajo 12 horas diarias.

En mayo decidí volver al sur tras haber perdido el Norte. Tenía que hacer el TFG. Estudiar para la última oportunidad en Ingeniería Genética y Molecular. No tengo seguridad social ni seguro privado. No tengo el permiso de trabajo para ese año. Por supuesto, cancelaron mi vuelo a España.

Llegué a Riverside a 80 mph en Jordan, dejándome atrás el cinturón que me regaló un chico de Tinder al que, a día de hoy, sigo apreciando. Puse La Santa de Bad Bunny y Javi y Gonzalo vinieron corriendo. El aire estaba seco y olía a casa. Papá estaba bien y me llamaba cada día para decirme que me quería.

Junio: TFG. Agobios. Calor. Nada que hacer. Engordo. Me lleno de complejos. Fumo. Me consumo y me avivo al entender que puedo con todo. Lo bordo en mi exposición.

Llega julio y le conozco. Stan Anderson. Un chico que enseña inglés a niños en República Dominicana. ¿Cómo no se me iba a caer la baba? Hablamos del canto de las ballenas. El día 4, nos besamos. Te emborrachaste y acabamos girando la botella. Tenía miedo de que no funcionase algo tan real como lo que notaba contigo.

A principios de agosto conocí al General Sherman. Me bañé en un río desnuda cerca de Fresno. Y rellené una piñata en su cumpleaños. Tengo la foto del momento exacto en el que todos nos agachamos a recoger  caramelos y condones del suelo. Qué alegría poder hacer una paella para tanta gente.

San Diego me quiso enseñar que encajo aquí. Y donde quiera. En el mar, con el pasaporte como escudo en el pecho; tras una reacción por la búsqueda de respuestas.

En septiembre, la dirección cambió a un barrio de casas blancas y blancos en sus casas. Fueron semanas en las que el tiempo y el calor me costaron mucha energía. Dejé de fumar y visite a Stan en Tahoe.

Es tan bonito como me habían contado. Y es gracias a esa espontaneidad por la que empecé a buscar trabajo en Berkeley. Bajo un cielo que iluminaba las llamas en California, me enamoré del alma que tiene este sitio.

Los días pasan en el calendario y puede que nos tengamos que volver a España. Marie viene a vivir a casa y estoy feliz de abrazarla.

La bici me distrae y me mantiene activa. También hemos ido al desierto a pasar la noche dentro del maletero. Al día siguiente pude ver el amanecer más bonito de mi vida en Joshua Tree.

Octubre. El mes de cambios, mudanzas, dejar atrás una etapa y saltar a una piscina a medio llenar. Siempre a medio llenar. Porque me contratan en un laboratorio cosmético y me mudo después de ver 14 casas. Empiezo a tener la filosofía de vivir con lo que tengo. Más humildemente. Escuchandome a mí y a mi entorno más. Stan tiene paciencia cuando lloro porque no encuentro mi tarjeta de la seguridad social. Todo cuesta mucho.

Carnet de conducir. Plantas. Noviembre ha sido un paseo agridulce en el que acabe comiendo pavo por Thanksgiving. Sentirse en familia junto con diciembre. Mis amigos me llaman y eso me hace sentirme bien. Les agradezco su tiempo conmigo, me he dado cuenta de que vale oro.

Es Navidad y ha acabado todo. Me propongo nuevos retos y tener una actitud que me ayude a no hacer de pequeños problemas grandes discusiones. Porque la vida es complicada y se va a poner más jodida.

Pero estoy enamorada de esta aventura y de en quién me estoy convirtiendo.

Quiero abrazar a mi familia. He descubierto valores que pensaba que no tenia y tambien he cerrado capítulos con ayuda de la distancia y todo lo bueno que me rodea. A mis hermanos: cuando os veo en las fotos, algo me aprieta el corazón. Os quiero.

 

 

Gracias.

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