sábado, 30 de enero de 2021

En un lugar lejos de Camdem

 Camdem Town Market, un  lunes lluvioso de un enero cualquiera. Hay muchas figuritas de cristal y colores. Hay sombreros. Hay un puesto de falafel que calificaste como el mejor de Londres.

Solías exagerar mucho con tus sentimientos. Una persona de extremos. De felicidad infinita que cuando te tira hacia abajo, te hunde en la miseria. Siempre apasionado. Enojado. Rap en quiebra que celebras con tu camiseta de Rap Solo. Yo fluyo morada junto los canales con mi gorro y un poncho. 

Me acuerdo que estuvimos hablando mucho sobre uno de esos temas que nos apasionan. Como si supiéramos algo de este mundo y tuviéramos más que nuestra opinión y una juventud maltratada. Me compraste un collar y casi lo rompo cuando intentaste ponérmelo por sorpresa.

Eras un manazas. Y yo un torbellino eufórico por estar ahí contigo. Vimos un fotomatón en frente de nosotros y entramos entusiasmados. Me intenté colocar el pelo, pero ya le habías dado al botón. Así que en un segundo intento, nos acercamos y me rodeaste con un brazo. El siguiente disparo fue sobre tu mano y mi mentón. Necesitaba una mordiéndote. Porque muerdo a las personas a las que quiero. 


Pero hoy no ha llovido en California. He ido andando al trabajo en Berkeley (como todos los días desde hace un par de meses). Me encanta vivir al lado de un colegio porque me cruzo a niños y familias que se despiden y se dicen "te quiero". Algunas veces los niños lloran porque no quieren ir al cole y me pongo a recordar cómo me encantaba ponerme el uniforme e ir a ver a mis amigas en clase.

No hay elegantes sombreros en un puesto. Pero me he encontrado una gorra verde con un elefante blanco. Aún no estoy segura de qué es, pero agradezco mucho a quien la haya dejado junto a otros objetos. Esto es común. Es una forma de reutilizar que funciona; una especie de ley no escrita.

He ido en mi descanso a dar un paseo y he podido oler la brisa que entra de la bahía mientras miraba a las montañas. Con unas nubes densas y enormes que parecían algodón. 

Miro la foto que me has enviado de Montana. No sabía bien cómo localizarlo en el mapa. Pero está lejos. Y fuiste con tus colegas de forma repentina. Me gusta que seas así de aventurero y que juegues con tu tiempo para hacer lo que te hace feliz.


Le agradezco a la vida que me haya traído por este camino. Es un placer estar esperándote a que llegues a "casa" después de un par de semanas sin verte. Ayer me dijiste que te inspiro; es un sentimiento recíproco.

Lo bonito de esto es poder exprimir el tiempo con quien te hace feliz, construir tu camino y aprender a mirar el pasado con dulzura.




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