domingo, 21 de junio de 2015

A mi futura compañera de piso

Estoy pensando, Placentina, ¿qué haría yo si te marchases? ¿Qué te diría si nunca pudiera volver a contarte todas esas cosas que nos contamos al mirarnos? Si no pudiera volver a tumbarme contigo y sentirme como si hubieras estado toda la vida a mi lado y yo al tuyo. Si nuestros enemigos nunca más tuviesen que temer a un equipo tan bueno como el que hacemos.

Qué tacón me faltaría, ¿el izquierdo o el derecho? Si tú no volvieras a ser mi compañera de baile, noches y brillo hasta el amanecer. Me pregunto, a mi yo más profundo, las palabras en valenciano que aún no te he contado y en cómo serán las risas cuando escuche que por tu boca sale de manera natural "de res" o un "che". ¿Cómo podría decir lo de <putoamismo>? 

¿A quién le haría mis experimentos culinarios? ¿Quién me llamaría llorando para que le consolase? ¿A quién le contaré que me han roto el alma para que me ayude a recomponerla? ¿Qué haré con las horas que habría gastado escuchando esa música que le vuelve loca? ¿Dónde quedaría las fotos que aún no nos hemos hecho?
Supongo que a estas alturas hablar de perderte es una locura y por eso se le escapa a mi razón el no imaginarme cultivando tomates contigo en la terraza el año que viene. Es tan bonito que resulta absurdo, casi de enamorados diría, pero es que tengo que recordarle al mundo una vez más que la amistad, la que es pura y sin interés, es más rara y duradera que el amor.
Así que el miércoles por la noche, cuando haga mi hoguera particular de la noche de San Juan y la salte en la playa, tiraré al fuego el deseo que no puedo escribir porque no se cumpliría; confiemos en el poder de la magia y a primeros de septiembre podremos brindar con un poco de ron miel (y a nuestra salud) que somos compañeras de piso y de vida.
Gracias por este año Welcome, eres espectacular.

La pregunta de tots els anys, la resposta de sempre


Sempre als estius em pregunten 
per què m'agrada tant l'hivern. 
Jo els mire indiferent, 
i somric quan em dic la meua poesia 
que no és sinò el dessig de saber 
que no et perdré
abans de que arribe decembre.

I ara que ha arribat l'estiu,
ja no vull altra cosa que la tardor amb tu.
Vore les fulles enredades al cabell
i que et rigues quan hi haja un esquirol.

Trucar-te i aprendre 
que ets preciosa amb els tons del sol.
Despertar-me al teu costat amb un café calent 
i una matinada freda com no hi ha una altra.

I si dic la veritat, trobe a faltar el teu tremolar
què em donava la possibilitat d'abraçar-te fortament,
de sentir el teu respirar,
de tornar-me boig quan m'agafes la mà.

¿Per què m'agrada tant l'hivern?
*mirada indiferent*
pel dessig de saber que no et perdré 
abans que arribe decembre.

miércoles, 17 de junio de 2015

Tomando la Luna y Margarette

Nuevo estado, nuevo plano. Margarette apareció  en escena con su trenza despeinada color castaño, su falda de lunares flotando a cada paso. Las gafas de sol colgadas por la camisa descubrían el camino hacia los senos de la joven y sus sonrojadas mejillas aproximaban las miradas de los desconocidos a su parte dulce. Sin embargo, lo que aquella gente (que tan fijamente la observaba) no sabía era que dentro había una inconformista, fantasiosa, impulsiva, grácil, incansable y luchadora Margarette que aún no había ni siquiera murmurado susurro.

Ella sabía, que el día que hablase, ardería Troya. Pero la mayoría de veces no necesitaba alzar la voz ni utilizar complejas armas de destrucción, simplemente le bastaba con ser ella misma. Analizar y actuar; pensar y movimiento. 

Quedarse callada o quieta era algo insoportable. Podía describir mil saltos cuando estaba nerviosa, alegre o cabreada. Infinitas maneras de hacer ver a los demás solamente lo que ella quería que viesen. Una magia inconfundible que actuaba de filtro a su cabeza y corazón; los dos motores de su existencia. Aún no había llegado a descubrir cuáles eran los combustibles que prendían la llama, pero el sistema era del todo eficaz. Sin duda un mecanismo que no la desproveía de ninguna oportunidad que tuviera delante. 

Cómo eran sus piernas...largas y perfectas. Sin un rasguño. Bronceadas poco a poco, como no podía ser de otra manera. Cuando las cruzaba uno podía perderse en el laberinto celestial que ambas conformaban. Eran sus movimientos, su tono de voz, su naturalidad, todo el conjunto que hacía que te enamoraras. Y digo enamorar como podría decir volverme loco, porque si algo hacía esa chica con su sonrisa era atraparte en un mar de placer cuando hablaba. Parece exagerado, completamente desproporcionado; pero os aseguro, que no había nadie como ella. 

La noche que nos tumbamos en la playa a escuchar las olas del mar mientras tomábamos la luna juntos fue un monólogo con ella misma. Aún me arrepiento de haberme quedado tan callado, pero necesitaba la melodía de sus palabras acariciándome la oreja y sentir la humedad de la arena mojada recorrer su garganta.

domingo, 14 de junio de 2015

Alternativa condescendiente

Que yo no quiero parches que me cierren heridas sin curar. 
Pero que la vida me roce cada día un poco más,
que pueda sentir los aplausos al pasar
y ese jadeo indiscreto cuando te miro
a quemarropa.

¿Cuándo amaneciste princesa?
¿Cuándo surgiste Ave fénix?
Supongo que en los ratos en los que dejé de quererte,
en los 11S de nuestra historia que nadie ha llorado.

Esos rituales en los que tu falda bailaba y me hipnotizaba,
los surcos de tu cabello sobre mi pecho cuando descansabas,
la sonrisa más blanca del mundo que gritaba dulzura y locura
en una amalgama indescriptible de deseo infernal.
Sería alguna alternativa condescendiente al pulso de mi corazón.

No quiero olvidarte ángel negro desde aquel 4 de julio
que ahora se ha perdido entre el infinito
y no conseguimos nombrar como un número concreto.
Y aunque necesites pegamento para el alma rota,
yo no consigo recordar el motivo por el que me fui.

Después de enseñarme que no pude pintar el arco iris
te traigo poesía, tulipanes y un número en las manos
que no hay mejor razón para quererte
que una tarde en aquel sofá "roig com la sang".

miércoles, 10 de junio de 2015

En el corazón de una guerrera

Me he perdido de manera muy peligrosa en las curvas de lo que fueron nuestros recuerdos. Y es que persigo sin saberlo un fantasma que me engaña, creyendo que sé realmente derretir iglúes que nunca pude construir. Y no es por pereza, si no porque ya no puedo saltar más distancia ni recorrer más noches vacías.

No es porque no quiera, es porque me abruma la monotonía, tu ser desgarrante acabó conmigo por hacerme optar, sin temor a lo desconocido, a noches de verano y hamacas de mimbre en las que ya no susurramos lo infinito que es el mundo.

De veras, me he perdido. Que ya ni escribo a conciencia sabiendo que esto fue una leyenda, de esas que te piden que sigas contando el final inesperado. Una rima mal versada que flota tan plácida como la seda entre tus piernas. Pero las leyendas no tienen final inesperado y la seda nunca resistió más de dos bocados. 

Ahora, entre página y página de hielo y escarcha: "aprenderé a calentarme en las tormentas de verano con olor a tierra y almizcle" pienso mientras me congelo. "No dudaré en levantarme", digo como si hiciera falta conmemorar el momento en el que decidí hacerlo sola. "No lloraré", y miento como cuando prometí que no sangraría. Pero "me recuperaré siempre", afirmo con la mano en el corazón de una guerrera.