Hay cosas que funcionan así y no son casualidad, pero el hecho
de creer en el azar nos hace más soportable la existencia del caos. Espero que
nos demos cuenta algún día (aunque tardemos) de que el caos solo existe en
nuestras cabeza y atribuimos esta palabra al desorden con la equívoca certeza
de que tenemos la capacidad de anular, en cualquiera de sus numerosos aspectos,
el caos.
Fuimos creados gracias a él, toda una raza de mentes que ven la
felicidad o la grandeza como algunos de los objetivos a alcanzar. Una principal
diferencia con los animales, ciertamente indiscutible. Pero ahí fallamos,
engañándonos de nuevo pensando que esa felicidad se puede agarrar y que dura
eternamente o que la grandeza se consigue con la ayuda de la
"suerte". Hablando de suerte, cuerdas que mantengan la felicidad por
siempre y los motivos por los que atribuimos nuestro afán de vivir es,
efectivamente, el caos.
Y seguirá con independencia a nuestra vida, al dolor o a todas
las súplicas para vivir en un mundo ordenado. En el fondo de nuestras cabezas y
en lo más superficial de nuestros corazones.
Por
eso, hay cosas que no son casualidad. Pero vamos a llegar más lejos, ¿no?
Vamos a intentar ser increíbles y a construir lo que nos haga únicos. Vamos a
explotar con esa canción que nos hace superar un trauma y cuando la hayamos
usado tanto para limpiarnos que solo esté impregnada de aquel recuerdo será
hora de dejarla atrás y cultivar el alma con abono de otra cosa que nos
devuelva a la vida sin manchas del pasado.

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