viernes, 9 de noviembre de 2018

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Y ahí sigues; el retrato fideligno de que no quieres dejar escapar ninguna oportunidad. Y entonces te das cuenta de que es la oportunidad la que no ha querido que la encontrases, que ha salido de tu círculo para escaparse y que tu vida no fuera el reflejo de quien te decían que debías ser.

¿No se entiende? Lo explicaré dentro de unos años con arrugas en las mejillas y callos en las manos; porque por más oportunidades que se pierdan en la vida, la sonrisa y el trabajo no impiden que te conviertas en quien quieras ser.

Las hojas no dejarán de caer en otoño ni el olor a musgo fresco dejará de emocionarme. No permitiré que se apague la pintura con la que rocío charcos grises ni acabaré atada de pies y manos por quienes se creen con el poder de parar el mundo. Encajaré los golpes como quien enhebra una aguja o tira piedras desde lo alto de una tubería para acabar encontrando, al final del túnel, una moraleja con silencio antes de arrasar con todo.

La moraleja de una historia que extraen los borrachos a verdades. 
El silencio absoluto en el desierto vacío.
La llama que prende la mecha de etapas que no hay que quemar.

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