miércoles, 28 de noviembre de 2018

Amorcato de Davilina 23 mg, 3 veces/día

Creía saber que no necesitaba un tratamiento crónico ni SPD con rutinas establecidas. Estaba más por la labor de chutes bruscos, áreas bajo la curva de vértigo, escándalos sin receta.

Te vi, solo, delante del mostrador al que llamamos septiembre y me acerqué. Me metí poco a poco en esos ojos de fórmula magistral que me miraban a medida; recomendándome una dosis más baja y pausada, espaciar la vida, respetar posología. Un poco de vino contraindicado me hizo ver medio orgasmo, risas nuevas, retortijones en el epigastrio. No quería más ácido en mi estómago y, de repente, la ilusión comenzó a ser la mejor medicina. 

Pero el seguimiento se perdió y decidimos inyectar un poco de aire entre Madrid y el sur; unos mililitros directos desde la arteria principal. Pretendí que fueras mi bromurio de ipratropio, mi SABA particular, aire que fresco en mis pulmones y acabé encontrando en ti la estatina que me salvó el corazón; la cronicidad que me hace pasar la vida un poco mejor.

Valoramos los factores de riesgo, las interacciones, duplicidades y toxicidad. Hicimos del Dader una herramienta útil, la alianza que determinó el acuerdo entre Londres y "aquí", ya no hay códigos nacionales, solo un enorme "sí".

No hay comentarios:

Publicar un comentario