martes, 8 de julio de 2014

Ángeles blancos y ángeles negros

Y se moría de ganas de que sus corazones se juntasen, de que las estrellas despuntasen las miradas de aquellas trampas mortales en el juego de los dos. Y sentía en el pecho aquella fuerza redonda, cíclica y magnífica que brotaba de dentro como las olas del mar rompen en los acantilados: furiosa, tremenda y absoluta.

La corrosiva sensación no hacía más que recrearla sobre sí misma, sobre ese pensamiento que la hacía florecer después de tanta oscuridad. Y es que antes de hacerse añicos ella era así de valiente, vivaz y sin miedo. Ahora parecía que el amor era el mejor pegamento para su alma descosida, que se iba bordando a cada beso, a cada caricia. 



Empezaba a ser todo como engancharse a una droga: creía que un poco le haría pasárselo bien, que repitiendo experimentaría una sensación bastante hermosa y a la vez dañina, sabía que le pasaría factura, que acabaría cayendo en un agujero, que sólo las alas negras de los ángeles pícaros le podrían hacer volar de tal manera.

Pero no entendía porqué esta vez era la fragilidad de aquel ángel blanco la que le ataba al suelo. Y le encantaba. Le encantaba aquella forma de mirarse, como comerse el mundo con tan solo desearlo. Un poder digno de otros ángeles como ella, que fueran del color que fueran, también los dañaron y ahora buscan recomponerse.


3 comentarios:

  1. Esto solamente se pude definir con una palabra:INCREÍBLE

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  2. Woooow.
    Bella inspiración, bella creación literaria.

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  3. Hermoso por lo que vivo dia con dia con mi amado David Antonio C. G. Que ya partio de este mundo pero vive conmigo...

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