domingo, 23 de noviembre de 2014

"Los soñadores no pueden ser domados"

"Los soñadores no pueden ser domados". Una vez vi el lado oculto de la luna, que le decía a los "no me quieres" de las margaritas una mentira como que la vida es eterna. Me acuerdo y me pongo mal de pensar que el cedro de enfrente de mi ventana guarda un secreto que ni yo misma sé, que me derrumba hasta los pies.

Y ya lo decía algún filósofo muerto quizá por locura quizá por sífilis, no hay que tirar a la baja para encontrar el bien común, sino ensalzarnos propiamente en el sentido en el que los superhombres revelan su máximo esplendor, su halo de poder y su línea inmensa; pero "Los soñadores no pueden ser domados".


E igualmente podemos decir que los valores absolutos, aquellos impuestos por las sociedades a las que llamamos racionales y con las que nos identificamos, son universalmente nobles y objetivamente obvios. Pero qué universalidad tan estúpida cuando hay niños que lloran porque empieza un nuevo día, cuando hay escoria inmersa entre nosotros, cuando la basura nos llega tan hasta el cuello que se la metemos a otros por el gaznate.

Simplemente, la aseveración falsa de que "los soñadores no pueden ser domados" nos ayuda a creernos esa idea de libertad, que no deja de ser a su vez tan necesaria como inventada. No seremos libres Nietzsche, seguiremos siendo ese intento de sobrevivir en la mentira que seguimos creando.


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