lunes, 24 de octubre de 2016

"Deja el mundo mejor de como lo encontraste"

Es la lluvia, tiene que ser eso. O la montaña de apuntes que tengo a mi lado y que tengo que empezar a estudiar. Hoy, estaba hablando con una persona a la que no le puedo tener más cariño y le he ido a explicar algo que muchos de los que me leéis ya habréis notado. He cambiado un poco el chip y estas cuatro cosas que estoy intentando aplicar día a día se pueden resumir en "deja el mundo mejor que como lo encontraste".


Primero: las cosas pasan por algo, hay que tener paciencia. Tenemos mucha prisa y queremos todo en el momento; ¿sino? Buscamos otra cosa porque no nos vale. Es el mundo de la inmediatez (algo bastante absurdo). Y es que es simplemente imposible, ni se va a acabar una carrera antes por agobiarse ni un problema se solucionará más rápido si no se piensa cómo hacerlo antes de actuar. ¿Te vas a poner triste o a enfadarte por eso? El único que lo va a pasar mal eres tú. Y no me malinterpretéis, es bueno enfadarse y llorar, lo malo es hacerlo porque no tenemos al instante aquello que, a veces sin más, requiere tiempo.

                    
Lo segundo es que tú eres importante. Más que nadie. Y para estar bien hay que comer saludable y rico, dormir lo suficiente, reírse al cabo del día mínimo cinco veces e ir cumpliendo objetivos. Y si no, no vamos a vernos bien y no vamos a tener la mente despejada. 
                    
Lo tercero es que hay que confiar más en el amor. No digo en el de tu pareja sino en el amor en sí. El que hay en la familia, el que tienes con los amigos, el propio (que es fundamental) e incluso ese que no está. A veces si no recibes amor es porque no lo das. ¿Dónde está la confianza que trasmites? ¿Dónde has dejado los abrazos? Hay que ser amable con la gente y tomarse las cosas menos a pecho poniendo cariño. 
                        
Por último, darle más oportunidades a la vida. Poner una sonrisa, pedir perdón y perdonar. Nadie nace aprendido y parece que si no somos los mejores o no son de lo mejor con nosotros, no vale. Uno falla y se equivoca. Si con veinte años no somos conscientes de que esto nos ocurrirá bastantes más veces de las que nos gustaría, mucho me temo que nos hundiremos cada vez que fallemos.


A continuación, tres de las frases que más me gustan de Baden-Powell y es que, hay que sentirse orgulloso siempre de lo que uno es: 

"Es importante ser bueno, pero mas importante es hacer el bien."
"Una sonrisa es la llave secreta que abre muchos corazones."
"Un hombre que nunca cometió errores, nunca hizo nada. "

lunes, 10 de octubre de 2016

Te han visto fumando.

La inspiración me llega 
como sale el humo de tu boca 
y es que aunque ya no estés en mi cabeza, 
parece que me invocas. 

Ya no tiene remedio;
me gusta poner parches
que de tantas despuntadas 
hay abismos de silencio. 

Triste, 
como un pájaro que no vuela, 
como un sol que siempre se pone, 
como cuando te ponías hasta arriba, 
y me agachas de rodillas. 

Eco, 
si no fluye por tu espalda 
revotará en tus emociones 
y es que tanto te chillaba 
que confundías pasiones con condones.

Pero no pasa nada,
los tirabas y eras bárbara
cuando al caminar me demostrabas
que lo tuyo no era un tantra.

Enérgico,

que aunque sepas tantas cosas 
al final acaba en nada.
Mira donde la cama
te devolví tu carta.

¿Por qué escribes con rosa?
Si desde aquella noche oscura
dejaste un río púrpura 
y te desteñiste ociosa.

Puede que superes,
que no me mojes más la ropa.
Pero tan claro, león,
que ya ni el humo te roza.




jueves, 29 de septiembre de 2016

Varapalo

"Yo por las cosas sólo lloro una vez. Mentira; por ti lloraría tantas veces como hiciera falta. Y es que hay cosas por las que merece la pena llorar y es el amor y algunas personas. ¿Lo demás? Una sola vez y aprieta los dientes. No todo en esta vida va a ser bueno, arrastras pasiones y eso es algo que no se entiende; pero tú eres fuerte, eres grande y eres mujer. Todo eso y mucho más, mil historias que contar y personas con quien compartirlas. ¿Qué más da lo que se susurre por las calles cuando lo que se grita de ti en casa es el orgullo de tenerte?
Cuando soples, que sea porque te calma.
Cuando grites, que sea porque tienes algo que decir.
Cuando calles, que sea porque a nadie le incumbe.
Cuando sueñes, que sea porque crees en ti como para cumplirlo.
Cuando duermas, duerme. 

Las cabezas de turco suelen ser ostentosas. A veces es mejor ser clavado que clavar, recibir y aprender siempre producirá en ti más, sea lo que sea lo que produzca. Ya sabes lo que tienes que hacer, sabes qué tienes que seguir. Manéjate en el momento.

Y esa risilla ¡¿qué!? se cuela, se cuela. Secuelas que deja la primavera. Y esa mirada ¡¿qué!? provoca, provoca; que para el tiempo en mi reloj de arena. Si yo me voy por ahí, de noche en vela corazón con caparazón de rocas destranjis in the night me da la vena.

Eres lo más importante de mi vida, hija."

domingo, 21 de agosto de 2016

Me corto y me abro

Cuando la vi.
Cuando la vi, me estremecí.
Como se estremecen las amapolas con el viento del norte;
Como esa lluvia que pegaba en el cristal de tu casa mientras nos ahogábamos de risa.

Una incertidumbre pasajera que se moría por hacer que descubriéramos el mundo, un par de bonitas sonrisas que acarician su veintena.

Y, pasado aquel momento, no se borrarán las noches que hemos perseguido bailando, las lágrimas que se han evaporado, las horas clavadas en papel.

Por eso te he querido siempre tanto, porque contigo parece que las cosas salen bien, porque crees en los finales felices y contigo son trayectos emocionantes.

Ahora sopla viento norte y no sé qué pasará con las horas, las sorpresas, los secretos, los finales. Y ojalá eso fuera una duda sólida, dicen que es bonito sentir miedo por perder algo pues es entonces cuando verdaderamente lo tienes.

domingo, 15 de mayo de 2016

Suite Nº3, Bach

Me mata cuando callas.
Cuando te veo en linea y borras el mensaje, 
dejando que esa idea se pierda entre circuitos. 
Me ahoga que te cierres. 
Que no me pases tu canción preferida
cuando está sonando allá donde sigas.

Me deja helada.
Si te noto vacío, raro, descompasado.
Si no te ríes como siempre.
Noto cómo caigo;
cuando me hundes en la yactura de mis pensamientos;
escuchando al gran Lwidgin mientras tecleo este poema,
como si de su piano se tratase.

Y en el fondo,
cuando comienza a clarear su tormenta de notas,
sé que cuando te tengo delante, me abres el alma.
Y en la superfície,
me erizas cuando te veo disfrutar de mi perfume,
cuando me preguntas cada día mis costumbres.

Me destrozas y me elevas,
me entierras y resucitas,
haces que esa línea recta de objetivos 
se torne en una espiral que no te saca de mi cabeza.
Comienza Sebastian Bach su Suite Nº3
armonizando junto al tiempo
que hace que no te siento presente,
que hace que me quede sin aliento.

jueves, 5 de mayo de 2016

La necesidad de vanalidades

La verdad es que a veces solo necesito contacto. Reir, llorar o sentir son cosas secundarias. Y aunque suene vanal, distinto y absurdo de lo estipulado hoy en día como propio y auténtico, sí, a mí me gusta que subas una foto con un poema. No me importa que no sea tuyo, un copia y pega parece no quedar tan mal entrecomillado. Al igual que unas velas reutilizadas en una cena romántica que esperas que acabe mejor que la anterior.
Y será la tontería más grande del mundo, pero por favor, quítame el pelo de la cara y pónmelo suavemente detrás de la oreja. Cuando se caiga, no dudes en fijarlo fírme y gentil a donde debe estar; porque me encanta que te quedes mirando mientras me hago la dormida sin barreras en forma de mechón. 
No pienses que no me doy cuenta de que miras a otras con deseo, me parece normal. Yo también miro a otros. Y a otras. El mundo está para probarlo y descubrirlo. Pero disimúlalo abrazándome cuando te pille mirando de reojo; porque en el fondo los dos sabemos que soy yo quien te tiene loco.
Sería mucho pedir que me hicieras un día la comida, que echaras ese desodorante que tanto me gusta y me recuerda a ti por toda la habitación cuando acabes de recogerla, que vengas conmigo a clases de baile, que me enciendas cuando me apago y me hagas gritar cuando callo.
Sí, hazme el amor descalzo y sin agarre, que la vida son dos días y luego te arrepientes. Pero, por encima de todo eso, haz que me sienta orgullosa de ti. Haz que pueda hablar de ti como una hermana pequeña que te admira desde abajo. Haz que no dude ni un segundo de tus capacidades o palabra, que ponga la mano en el fuego y se me hiele porque seas noble y firme a tus principios. Trabaja como nadie para demostrarme que los barcos solo se hunden cuando no hay un buen capitán.
Entonces, me harás darme cuenta de que esas vanalidades de las que hablaba antes son fruto de algo más puro que la sabiduría popular, que son ciertas y que más que una foto en instagram (y sin desprestigiarlo) lo que necesito es que me hagas sentir que no habrá secretos ni últimas noches sino que los días son verdades eternas a tu lado.

jueves, 14 de abril de 2016

Los meses fríos

El aire estaba cargado. Sentía las motas de polvo esparcidas por mi garganta a medida que respiraba. Y cada vez más pesado; cada vez, más yo. La densidad del ambiente se hacía más y más palpable a medida que amanecía. No sentía los minutos, tampoco las horas. Solo un sol que me pegaba en la cara con la suavidad con la que se colaba por entre los espacios de mis persianas.

Es curioso cómo nos adueñamos de las cosas a las que nos acostumbramos. Por ejemplo, "mis" persianas. "Mi" casa. "Mi" sofá. Y sin embargo, no nos damos cuenta de lo volátil que es todo porque últimamente no perdemos nada. La fe, por ejemplo. Qué ambiguo decir "mi" fe. ¿Es tuya porque tú la vives y experimentas a "tu" manera o solo porque es tan única que nadie la siente como tú? Tal vez sea simplemente que el lenguaje es más cómodo así. Y todo este monólogo interior surgía en mi cabeza. Estallaba y se apagaba de la misma manera fugaz de los fuegos artificiales. Con todos esos colores materializando ideas en un baile de luces.

De lo poco que resaltaba en mi habitación era el cenicero lleno de una montaña rancia y gris, el rojo de un bote de Pringles que hacía mucho que estaba vacío y unos apuntes encima de la mesa a medio acabar. El escenario descrito así parece bastante desalentador. Pero, a pesar de estas noches de desidia e insomnio, soy bastante limpio, educado y pulcro. Son las malas épocas. A todos nos dan, ¿no? Es cuestión de adaptarse, de fijar los objetivos, de poner el referente en algún lado y sobrevivir al día a día con la ilusión necesaria.

¿Qué me preocupa? Está claro, lo que a todos, lo que a ti. El futuro (mío, esto sí que con un fuerte posesivo porque todo el mundo me quiere hacer entender que solo depende de mí), quedar con mis amigos, saber si se ha solucionado ya esa noticia del telediario, el hambre en el mundo y una larga lista de etcéteras. Miento. 

"Háblame, no quiero quedarme dormido, los sueños están bien, pero es mejor estar contigo". Es un fragmento de su canción favorita. Y todo lo que le sigue son cosas que le encantan. Tomar el sol, arena y sal, ginebra y ron, tumbarse al son de una canción como aquella, respirar. Respirar. Respirarla. Notar cómo me respira. Su oxígeno agotándose en mis labios con esos besos infinitos. No le gustaba que fumase, ni que comiera muchas guarradas, ella es más de verduritas. De hacerme pimiento al horno relleno de arroz, cada día con unas proporciones de especias distintas. Y es que su cocina era tan como ella... tan expresiva y desorganizada dentro de una receta que se animaba a conseguir. Y joder, consiguió que me comiese todo lo verde que me colocaba en el plato. Se puso pocas veces conmigo a estudiar porque en realidad nos poníamos demasiado el uno al otro y aquello acababa como todo lo que empezábamos; con intensidad.

Sí, mi extrema debilidad, mi ángel guardián. La batería de fondo que nos pone de pie cuando suena el principio de la melodía perfecta. La sangre helada cuando la veía alejarse y a la vez ardiendo por dentro sin perdonarme errar porque eso me hacía perderla, perderme. Lleno de ausencia, repleto de emoción. Es lo contradictorio: el silencio gritándome al oído, el salto liviano que te pone los pelos de punta. Y en este estado de incertidumbre hacia cualquier movimiento, se pasaban los días aprendiéndonos el uno al otro.

Llegué, justo en el momento de la desgarradora noticia, a pensar en quitarte la vida que me habías arrebatado. Pero aquello era demasiado duro, formabas en mí el reflejo de lo que quería ser: tuyo. Y preferí regalarte aquellos meses fríos, esas fotos que hace tiempo que no me atrevo ni a mirar y así espero olvidarlas. Aunque no puedo, me sé el día que las tomamos, qué llevabas puesto, cuántos abrazos nos dimos y que ninguno era martes y trece como para condenarme a esta tortura. En el fondo de un cajón sigue tu barra de labios, esa de color rojo que te gustaba tanto y que me jurabas que no manchaba hasta que me veía en el espejo y corría hacia ti para comerte a besos y limpiarme de carmín con el roce en tu cuello. También siguen allí tus braguitas, esas de encaje que tantas veces te he arrancado. Creo recordar que encima de eso dejé el pañuelo malva, con tu perfume impregnado para la eternidad. Y de ese cajón deben venir todas mis pesadillas porque se me nubla la mente si lo pienso. 

El otro día lo volví a notar. Un suave aroma que me recordó a ti y al girarme, una chica morena me sonrió. Podría haber sido una buena tarde; un paseo, unas cervezas y más que aprovechado tiempo en la cama. ¿Qué digo? Otra más. Como todas las que han ido después de ti. De todas he esperado tus ganas, tus alegrías, que fueran el estallido de luces, fuegos artificiales, las especias de mi arroz, el fondo nuevo de otro cajón. Sin embargo, nada fluye; no se ríen como tú, no me miran como tú, no me respiran como tú. No me quitan el aliento cuando se retuercen de placer y cuando toca la escena bajo el paraguas en el muelle salgo corriendo y desaparezco. Porque no, mi vida, no son tú.

¿Cómo ponerles la delicadeza y la fuerza a la vez de "mi" extrema debilidad? ¿Cómo les coso las alas y les cuelgo el título de ángel? ¿Cómo tener esperanza en el amor? Si te lo llevaste cuando calculaste el rumbo hacia otro lado. No encajo un verano sin estar tumbado bajo el sol, quitándome la arena al llegar al coche y que me vuelvas a llenar de sal, ron, ginebra, besos, tiempo, lluvia, lágrimas y vida. 

Recuérdame qué pasó. El momento. Qué hicimos mal. Dame la dirección en la que tiraste mi corazón para recuperarlo. Grábame tu risa para que en estas noches de insomnio alguien se ría de mis ocurrencias. Mándame una foto de tus manos, las quiero volver a acariciar. No quiero estos colores oscuros en mi habitación, no quiero noches pensando en la fe si no tengo a mi diosa para rezarle.





martes, 22 de marzo de 2016

Tan educada, tan mía, tan gamberra.

Yo soy de las que te dicen las ideas claras, de las que te sugieren que quiere sexo a gritos y que te invita a tostadas calientes que se ponen duras, siendo una ironía del predesayuno. Soy de esas a las que les gusta tanto la poesía que usará la palabra para que se te erice la piel y que te preguntará mil veces de qué tono te gusta el café. Soy, por bien o por mal, de las que se ríe de sus defectos y ridiculiza los de los demás para que sean eso, meras bromas sin complejos. Soy también, de las que se acerca a lo roto, a lo difícil, a lo que sabes que va a explotar pero aún así quieres que duela menos, que se arregle, que parezca fácil. No me gusta la soledad y, sin embargo, a veces me fundiría en la escena para desaparecer tras un chasquido. Y que nadie, ni siquiera tú, me encontrase.

Entiende, que me maravillen los días grises. Porque para mí son los diferentes, son en los que los abrazos son obligados y jugar a escondernos debajo de una manta los dos se hace más interesante. A mí me gusta que me pongan las cosas difíciles, que me miren con ojos de superioridad y me tiendan la mano desde la humildad, que me muerdan el labio y que luego le siga un beso lento. Puedo fingir que no me vuelven loca los colores del paisaje y que no me gusta ensuciarme. Pero mentiría. Ser una señorita no es mi punto fuerte y aunque la cordialidad y el respeto forman parte de mí, me gusta ensuciarme las manos y ponerme una camiseta ancha de mi padre para dormir, nada de camisones de princesas que duermen con corona. A mí se me cae la baba, probablemente ronque, te robaré la manta y te pasaré la pierna por encima, obviamente, despertándote.

Esa parte tan gamberra, tan educada, tan mía, tan pretenciosamente tuya. Esa que a través de tus gafas de sol adquiere un tono brillante, como del filtro que me gustaba ponerle a nuestras fotos. Porque sí, adoro hacerme fotos aunque no sea la chica más fotogénica. Y me gusta aún más hacérsela a las flores y que no por ello me digan que lo hago para aparentar. Lo hago porque amo la naturaleza, las formas irregulares, las mariquitas y los caracoles. A mí no se me van a caer los anillos, cariño.

Quédate con lo importante que te conté en aquellas noches tan lejanas, que ahora no es momento de hablar de ti ni de mí. Recuerda cada letra en sucesión, como lo hago yo; en aquel orden perfecto en el que sugerías, casi implorando, que nunca nos alejásemos el uno del otro.

Y ni un millón de noches frías harían que regalase el tacto de tus dedos con mi pecho ardiendo, peinando cada mechón de cabello con un soplo de aire detrás de la nuca. Cerrar los ojos y que el negativo de tu imagen fuera una estampa repetida. 

Créeme, no me importaba que se rompiera el universo, porque lo habría hecho añicos si no estabas cada día en mis sueños y cada noche en mi insomnio. Pero tampoco podía ir detrás de una esperanza sin fundamento, no voy a bailar cuando no haya letra con sentimiento, ese no es mi estilo.

Ya sabes que yo soy de las que no se buscan, más bien de las que te encuentras. De las que te dirán si les dejas la guitarra aunque solo sepan dos acordes y que entonces te secuestren el pensamiento. Querré saber cómo eres, qué te pasa, en qué piensas, cuántas veces me elegirías cada mañana y de las que, aunque vaya de dura, de única y de especial, necesitan besos como la que más. Seré sincera y cuando quieras llorar, aquí tendrás a la que te da consejos como un amigo y que te protege como una madre, a la que, pase lo que pase, le importa la justicia.

Te lo diré todas la veces que lo necesites, aquí estoy, soy tan tuya como mía, tan tuya como del dragón que llevo dentro, tan guerrera que me van las estrategias, tan educada, tan mía, tan gamberra.



jueves, 25 de febrero de 2016

Conecta y crea

“Tu tiempo es limitado, así que no lo pierdas viviendo la vida de otra persona. No te dejes atrapar por el dogma – que es vivir con los resultados del pensamiento de otras personas. No permitas que el ruido de las opiniones ajenas ahogue tu propia voz interior. Y lo más importante, ten el coraje de seguir a tu corazón e intuición. De algún modo ellos ya saben lo que realmente quieres llegar a ser. Todo lo demás es secundario.”
Steve Jobs

Líder nato. Posee los dones del carisma y la confianza, y proyecta tu autoridad de una manera que aglutine a las multitudes detrás de un objetivo común. Caracterizado por un nivel despiadado, a veces, de racionalidad, usando tu unidad, determinación y mente aguda para lograr lo propuesto. Tal vez lo mejor es que representas sólo el tres por ciento de la población..

LA FELICIDAD ESTÁ EN LA ALEGRÍA DEL LOGRO
Ama un buen desafío, grande o pequeño, y cree firmemente en tu capacidad para lograr cualquier objetivo haciendo uso del tiempo que dispongas y los recursos. Brillante empresario, piensa estratégicamente y mantén un enfoque a largo plazo durante la ejecución de cada paso de tus planes con determinación y precisión; poderoso líder. Esta determinación es a veces una profecía auto-cumplida, ya que atraviesas tus objetivos con tu fuerza de voluntad férrea, donde otros podrían darse por vencidos y abandonar. Es probable que empujes a todo el mundo contigo, logrando resultados espectaculares en el proceso.
Dominante, implacable y no perdona. Esto no es crueldad o insensibilidad en sí – es más ver la belleza en el desafío, la batalla de ingenio, la réplica que viene de este entorno, y si la otra parte no puede llevarlo adelante, eso no es razón para pliegues en tu propio principio central de la victoria final.
 “No me importa si me llaman insensible h...d...p, mientras siga siendo un eficiente h...d...p”.

Respeta a quien pueda enfrentarte intelectualmente, a quien sea capaz de actuar con calidad. Gánate el título de “habilidad especial para reconocer el talento de los demás”, y esto te ayudará tanto en formación de equipo (ya que nadie, por brillante que sea, puede hacer todo solo), como para evitar mostrar arrogancia y condescendencia. Críticas sí, pero constructivas.

CULTIVAR LA CIENCIA DE LAS RELACIONES HUMANAS
La distancia de tus emociones es especialmente pública, y se siente directamente por una franja mucho más amplia de personas. Evita aplastar las sensibilidades de aquellos a quienes consideres incompetentes o perezosos. Dependes absolutamente de tener un equipo que funcione para la validación y retroalimentación.
Verdadera potencia. Cultivas una imagen de ser más grande que la vida – y con bastante frecuencia lo eres. Tienes que recordar, sin embargo, que tu estatura viene no sólo de tus propias acciones, sino de las acciones del equipo con sus contribuciones, talentos y necesidades, de tu red de apoyo. Combina un enfoque emocionalmente saludable con tus numerosos puntos fuertes y serás recompensado con relaciones profundas y satisfactorias y con todas las desafiantes victorias que puedan manejar.


lunes, 15 de febrero de 2016

Somos como somos, que no te engañen

Buenos días a todos. Me he levantado con la idea de estudiar farmacognosia y de hecho, después de incluso soñar con isoflavonas, al despejarme con mi café diario me he puesto a pensar en algo que es obvio: cada uno es como es.
Esta frase tan cortita, tan infinitamente interpretable, adopta para mí un significado que no es más que el siguiente: yo soy como soy, está claro. ¿Por qué? Por cómo me han criado, quienes, donde y en la época en que lo han hecho. También mi entorno me ha moldeado y dado un punto de vista u otro y cada uno forma parte, en cierto modo, de mí.

Por lo tanto, aunque se decidan cambiar ciertos aspectos (ej.: si alguien responde mal, el no pensar en los demás, ser poco ordenado o, por el contrario, muy controlador, no dar opciones a nadie... y una larga lista de defectos) en los que siempre es bueno corregirse y mejorar como persona (ya no de cara a los demás sino más bien para uno mismo) hay cosas que va a ser muy complicado cambiar. 

Todos habéis oído hablar de los genes, ¿no? Sí hombre, esas cositas que determinan nuestro ser en gran parte y que con un mínimo error provocan consecuencias horribles. Bien, pues toda esta introducción ha sido para centrarnos en los siguiente: yo nunca he sido una chica hiperdelgada. Crecí sin comer chucherías ni demasiada bollería industrial porque mi doctora y madre, que eran la misma, se negaba a darme algo tan "procesado". Una niña "sanota" como aquel que dice y con sobrepeso. Llegó un punto que esto cambió, tanto por el crecimiento como por decisión mía. Y he de decir muy orgullosa que no tengo ni he tenido nunca ningún complejo pero está claro que todos tenemos al típico amigo o amiga que come como un elefante y no sabemos dónde se lo mete.

Hoy en día, aún gustándome a mí misma, he decidido comenzar la típica dieta para lucir un abdomen plano en verano y que los bikinis me queden chulos chulos. Y ahora, poniéndome seria de nuevo, no tendría porqué hacerlo. Tengo 19 años, una 36-38 de pantalón y nunca he sido (ni probablemente nunca lo sea) una chica que se pueda comer una tableta de chocolate día sí día no sin que tenga sus consecuencias. Mi IMC me sitúa dentro de un peso normal y estoy contenta por comer sano, hacer deporte y seguir teniendo mis curvas que oye, me encantan.

Los genes me determinan, a mí y a todos, y me puedo empeñar en no llevar gafas que llevo "miopía" tatuado en mis genes. ¿Por qué hacernos sentir algo que no somos? ¿Por qué si tienes más de una 40 estás "gorda" y si no tienes pecho eres una "tabla de planchar"? En qué momento nos han engañado chicas... Y lo mismo para ellos eh, que a todas nos gusta el moreno de playa con sus abdominales bien marcados, pero es que cuando debajo de esos músculos lo que hay es tontería, que le den al dios griego; que muchos de esos chicos están así de "petados" por hacer trampas y sin la magia de los batidos de proteínas quizá su brazo no tendría el perímetro del de un melón. Volvemos a lo mismo, cumplir un estereotipo impuesto.

Quizá esto os suene a anuncio Vitalinea o de Ligeresa, cosa que me da igual, pero no se trata de hacer dieta los 1 de enero y abandonarla por el camino. Ni de ir al gimnasio solo cuando te ha entrado la vena del deporte. Hay que comer bien (de todo, dándole importancia a fruta, vegetales y menos grasas animales) y practicar deporte en función de cómo sea cada uno. Pero no por ningún cuerpo top ni por gustarle a nadie, qué coño va a ser por eso (pido perdón por la expresión). Hay que hacerlo por la vitalidad, evitar enfermedades, sentirse activo, despejado, dormir bien y una larga lista en la cual se incluye y de manera destacable el verse bien a uno mismo. Ojo, que a quien no le disguste tener sobrepeso me parece estupendo, pero tiene que darse cuenta de que conforme nos hacemos mayores las cosas van a más y por un tema de salud (cardiovascular metabólico, de procesamiento de azúcar, respiratorio, muscular y óseo...) no es bueno.

Y eso señores, somos como somos y no vamos a engañar a nuestros genes, no permitamos que nadie nos engañe a nosotros. 







viernes, 5 de febrero de 2016

¿Sabes qué? Me ha dado por escribir poesía

No hablabas, actuabas.
No decías nada, es más, podrías quedarte callada incluso todo el tiempo; pero lo demostrabas todo.
No prometías aquello que no supieras con certeza que ibas a cumplir.

En aquellas cartas que me escribías...aquellas cartas de amor y sufrimiento, de horror en cada letra escrita con coraje...Se me derretía el alma.

Fue como aquel día de madrugada en el que viniste desnuda a mi cama y tímida me enseñaste lo que habías escrito. Ahí, con esa sonrisa pícara que encierra ternura entre las comisuras, me dijiste que te había dado por escribir poesías.

Qué dulce pensando que el cielo se podía dibujar...qué ingenuo yo al no creerte. Desafiaste a todos con esa apuesta por tu libertad, porque tú sabías que no había paredes que te puedan retener; tú eres el viento de la justicia y la prisa de la denuncia social.

Las cosas lejos de ti se turbian, se empañan, se enrancian. Y es que han sido tantas noches de sueños torturados por tu silencio que ahora que te tengo me duele derrumbarme sin tu fuerza. A pesar de que de los dos soy yo quien está fuerte, sin ti no soy más que el miedo materializado.

Me has demostrado que la felicidad antes pasa por la comprensión y el apoyo, porque a tu lado nada de eso me ha faltado. Y no me malinterpretes cuando pongo cara de perro al ver que otros te miran con las mismas ganas que tengo yo de desnudarte, pero es que me diste el regalo de tu voz, de tus caricias en mi espalda, de tu maquillaje en mi toalla y ahora no puedo imaginar que ningún otro aspira a tu mirada.

Sigue adelante pequeña, ilumina el camino de los que se crucen por el tuyo y demuéstrales lo importante que es tener valor para actuar, callar, demostrar y cumplir.

viernes, 29 de enero de 2016

El color que mejor nos queda

Tal vez, lo que más me guste de la vida a tu lado no eres tú, ni tu sonrisa, ni esa manera de andar hacia mí cuando tienes la intención de besarme... bueno, tal vez eso sean tres las cosas que más me vuelvan loca ahora mismo. Pero sin duda alguna, parece que a tu lado, cambia la perspectiva de todo.

Nos obsesionamos pensando en un príncipe azul, en una vida de color de rosa, en un bosque verde y denso. Pero, no sé si es que me haces ser diferente o a mí se me han ido todos los espectros de luz y ahora le pongo más brillo a todos los momentos que paso contigo. Suenen notas amarillas cuando haces que estalle mi risa y me vienen a la cabeza momentos contigo en la playa, en una montaña rusa o mirando el Duomo a 1600 km de casa.  Pones dulces tonos pastel cuando me colocas el pelo detrás de la oreja, cuando me estoy quedando dormida y me tapas para después darme un beso y susurrarme "buenas noches mi vida, que duermas bien" y, sobretodo, cuando sea donde sea me miras con esa cara de no querer soltarme.

También, y aunque no sea el mejor color de todos para muchos, mis despertares ahora son marrones. Tienen ese tono del café cuando me lo tomo a tu lado y parece que la escena se satura de calor y temperatura cuando nos abrazamos. Otra vez más, sin ser el más querido, contigo las cosas a veces se vuelven negras; y a mí, particularmente, me recuerda a cuando tenemos algún problema y a nuestra manera de saber hacer que las cosas vuelvan a su cauce, por eso me encanta. 

¿Qué puedo decir del violeta? No podías haber estado más guapo que con esa camisa el día que te conocí. Noches en Madrid tú y yo jugando a ser mayores cuando nos arreglamos para ir a disfrutarnos. Y el rojo...me encanta verte acalorado ya sea por sudar, por reírte, por jugar a lucha, por perder el aliento o por hacer que te mueras de la vergüenza. 

Ya te digo que no hay mejor acierto que una casualidad bien hecha y sin esperar. Parece que has sido el mejor acierto, el color acertado y el tono adecuado para mi vida.