Un sabor dulce que desconcentre. Un sol ardiente al que
duela mirar. Una mañana gris en la que quedarme en la cama. Las ganas de
inventar que acaban en explosiones de colores. Que el calendario me recuerde
una cita importante y que el viento se lleve mis aspiraciones de ir a donde
sea.
Este paseo que no acaba nunca. Las manos tan puras como una
azucena naranja que recién ha florecido en medio de un perturbado jardín negro.
Sigo caminando, por un camino incierto en el que las espinas brotan del suelo y
pretenden atravesarme los pies. La sangre brota y oscurece de rojo carmín este
camisón blanco que no recuerdo de donde salió. Solo sé que tengo frío y me
duele; hay algo que me duele.
Creo que lo comprendo…estoy en un bosque lleno de niebla.
Tal vez esto sea mi interior, mi mundo, la parte de mí que lleva gritando
desconsoladamente que le preste atención porque las cosas no van bien y que,
ignorada, me ha atrapado para no dejarme salir hasta que no encuentre la paz.
Está bien…caminemos.
Empieza a oler a metal. Pronto me doy cuenta de que estoy
sangrando realmente. Pero no me duele nada, no. Esto debe de ser todas aquellas
veces en las que me callo las cosas, en las que reprimo lo que pienso para que
no duela…pero lo cierto es que no se puede ocultar el dolor y acaba brotando
descontroladamente para avisarnos de que nos pudrimos.
Este frío empieza a calarme los huesos. No lo soporto. No
soporto que las cosas persistan tanto. En efecto, este frío es el que me indica
que tengo que ser más tolerante y resistente; fijarme menos en las tonterías
para afrontar las cosas duras. No permitir que nadie que quiera pararme lo
consiga.
A pesar de todo ello, prosigo y avanzo. Hay árboles gigantes
por todas partes. Sus troncos son gruesos y parece que lleven ahí siglos. Las
raíces sobresalen del suelo y me hacen tropezar. Me intento levantar pero caigo
de nuevo. Será que tengo que aprender a saltar los problemas para no tropezar
dos veces y cometer el mismo error. “Levántate” me digo.
Hay a lo lejos una piedra grande y plana. Voy a acercarme.
La rodea hiedra e incontables insectos. Me intento alejar porque el hedor es
demasiado insoportable. Hay una pequeña inscripción: “Sácame”. Puedo distinguir
el mango de una espada, que brilla bajo la tenue luz de este bosque tan
sombrío. Pongo las manos en la empuñadura y con toda la fuerza de la que
dispongo, tiro de ella. Me cuesta, no es suficiente. No dudo en pedir ayuda, me
pido ayuda a mí misma, al dragón que tengo dentro, al león fuerte que ruge
cuando lo necesito y que ha estado dormido hasta el momento. Y entonces: luz,
fuego, calor. Como una ola de espuma fresca en el desierto se presentó ante mí
una espada capaz de vencer a las más terribles fieras. Sí, hay que sacar
fuerzas de uno mismo porque somos tan fuertes como queramos aprender a serlo.
Una vez armada ya no tengo miedo. Podría atrapar un corazón,
enfrentarme a mil demonios, subir una montaña y dominar a las bestias del infierno. Pero me falta algo. No sé qué es. Hay alguien más en el bosque.
Algo me empuja a acercarme, pero no se gira. Grito, con todas mis fuerzas para que me
oiga. Sé su nombre, incluso conozco su rostro a pesar de que esté de espaldas.
Soy yo. ¿Por qué no me hace caso? ¿Por qué no aprendemos de nuestra parte
oscura? ¿Por qué nos damos la espalda? Se vuelve a oscurecer el bosque,
desaparece mi espada y el frío me arrincona de nuevo. Aún queda camino por
recorrer, aún quedan huellas que hacer.
Nunca es tarde para conocernos, para encontrar un sabor
dulce que desconcentre, para admirar un sol ardiente o meterte en la cama una fría
mañana de invierno. Nunca es tarde para permitirnos olvidar citas y permitirnos
tiempo a nosotros mismos. Nunca es tarde para entrar en nuestro bosque y tratar
de encontrarnos.
Cómo eres tan especial? Tan jodidamente genial?
ResponderEliminarQuien te conoce se enamora de ti y no es para menos
porque tienes algo en ti que te diferencia del resto. Vas a llegar
a donde te lo propongas Lola. Sigue así, ánimo
+1 al anónimo de encima
ResponderEliminarIncreible, simplemente alucinante, escribes genial, que pena no poder conocerte mas y si llegaras lejos, no t dejes frenar
ResponderEliminarNo entiendo lo de "no poder conocerte más". Pero gracias de todas maneras por el comentario. Procuraré no dejarme frenar
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