Me encontraste. Me encontraste a punto de asfixiarme, de ahogarme entre combustiones ajenas, de caer en el olvido y ser rodeada por hiedra negra. ¿Dónde estabas cuando mis huesos se rompían? ¿Dónde estabas cuando las primaveras se marchitaban?
No importa, ahora estás aquí. Desperté del gélido hielo y mis pestañas, aún cubiertas por inexorables copos de nieve, se deslizaron entre las notas musicales de tu mirada. Alargaste la mano y esa energía tan propia de los últimos rayos de sol ardió en mí. ¿Dónde estabas cuando me clavaban mil cuchillos? ¿Donde estabas cuando todo era sombrío?
Aparecer en medio de esa gigante pradera verde, solo contigo, con tus ojos azules y tu cabello rizado haciendo caracoles por la frente. ¿Eres real? Corres y pareces esculpido en el bloque marmóreo más perfecto del universo. Sonríes y las estrellas envidian el brillo de tus dientes. ¿Dónde estabas cuando se me olvidó el significado de la palabra "belleza"? ¿Dónde estabas cuando no sabía a dónde ir?
Y cuando me besas, el mundo vuelve a ser como antes, con tiempo que se pasa rápido, buenas noches de caramelo y sábanas blancas. Y cuando me agarras de la cintura parece que volvemos allí, a ese hielo que me tenía encerrada, porque siento tanta seguridad que cuando me sueltas me quedo indefensa. Pero la realidad es que sigues protegiéndome, mi héroe de otoño, mi príncipe de color del arco iris.
Sabes salvar vidas, sabes hacerme sentir, sabes que podrías seguir incansable hasta encontrarme, sabes que seguiría escondiéndome si fuera tan maravilloso redescubrirte. Hazme el amor como lo haces todo, con paciencia y cariño. Quítame las medias con fuerza y diviértete haciendo carreras en ellas. Hazme esperar. Deslízate por los surcos de mi espalda. Muérdeme flojito las orejas y cuenta los lunares de mi cuerpo. Haz que la noche se acabe con una sonrisa en mi boca y gritos ahogados flotando en el aire.
Me encontraste. Me encontré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario