lunes, 5 de mayo de 2014

Al compás de dos te amo. El, ella.

A él le gustaba la vida fácil, aquella en la que el placer se encontraba en el sonido de una cerveza fresca y espumeante abriéndose. Una cómoda rutina en la que uno no podía perderse pero sí salir de vez en cuando. Quizá para ir un fin de semana a un pueblo cercano en donde disfrutar del sol y del ambiente. Ir al bar, tirar unos dardos, ver los partidos con emoción y que ganaran sus colores. Todo eso representaba para él una hedonista idea de lo que quería prolongar, no sabía si por mucho o poco tiempo, pero sí tenía claro que quería disfrutarlo tanto como le fuera posible.


Por otro lado se encontraba ella: risueña, nerviosa, estricta consigo misma y maniática, algo extravagante. Hasta su andar demostraba que era feliz observando la naturaleza, a pequeños saltos, que por las mañanas se acompasaban con el piar de los pájaros. No le gustaba esperar, la impuntualidad y la mediocridad eran cosas que sin duda le molestaban. Era fuerte, y le encantaba demostrarlo; esa seguridad que derrochaba al hablar, esos gestos que se notaba le salían del alma y a la vez estaban tan bien pensados, esas miradas penetrantes que acababan por conseguir sus propósitos, ese perfume configurado a base de su misma esencia. Sin embargo, y de una manera extraña, en la intimidad le gustaba que esa dura corteza se limara y dejar al descubierto a la joven y frágil parte de ella que estaba deseando ser amada con pasión.



Se compenetraban realmente bien. Al verlos, los guionistas de cine y los mejores escritores sentían envidia, pues sabían que no serían capaces de relatar algo tan hermoso como ese amor que ellos sostenían de una manera mágicamente espontánea. Hay que decir que entre ellos algo chirriaba, algo que no debería ser un problema, porque las aspiraciones que cada uno tenía eran personales y en lo que era su presente no era importante. Tal vez él lo viera así, tal vez ella se corrompía por dentro cada vez que llegaba a casa  y veía en el sumidero horas y horas tiradas de mala manera por su amado frente al televisor.


¿Era tan relevante como para que deteriorase una relación? ¿Por qué no podían tan solo evitar ser tan extremos y ayudarse mutuamente? Eso era el camino difícil y el orgullo les pudo. La calma se adueñó de él e histeria la dominaba a ella. Por eso, entre tanto orden desordenado de amor sin frenos, la misma cordura pegó un acelerón y la dignidad de la locura se rompió en mil pedazos, dejando un recuerdo que se les clavó en el corazón.

Años más tarde se volvieron a encontrar. Él caminaba despacio, pensando en cómo solucionar sus deudas y buscar un trabajo. Ella prácticamente corría, alterada y sin un segundo que regalarle al sol para que le calentase, dándose cuenta de que aquello no era vida. Se miraron y el tiempo se les volvió a escapar, pero esta vez no iba por un sumidero, sino que impactó en el suelo junto una lágrima que ambos soltaron al compás de dos "te amo".

3 comentarios:

  1. Solamente lo puedo describir con uan palabra:
    INCREIBLE

    Esta historia es tan increible como tu,
    tan bella como tu mirada,
    y sobre todo sincera como tus sentimientos

    Tengo que confesar que al leer esto me acorde de dos personas que conozco y que todo el relato era su historia de amor, una historia que vivi desde muy cerca y que fue muy bonita y sincera...

    El final no me lo esperaba para nada pero estubo genial fue lo " mas chulo" quizas de todo.

    Un besito guapisima

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  2. Francamente es algo preciosos, me a dejado impresionado

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