domingo, 31 de diciembre de 2017

2017, muévete pa'lante

Quedan horas para que te acabes y lo cierto es que no me he atrevido a escribirte antes porque me has dado la vuelta a la vida, 2017. Empezaste muy mal, rompiéndonos en pedazos a todos antes de que hubiera pasado ni siquiera un mes de tu llegada. Me resquebrajaste el alma, con punzones que al clavarse te dicen que eres frágil y que es importante decirse “te quiero” aunque solo sea en gestos y no tener rencor por nada. Se han olvidado a qué huele la luna.

Fuimos pasando hojas en blanco, intentando escribir en un febrero frío lo que ni siquiera habíamos sido capaces de leer. Trajiste alegría pomposa, me recordabas poco a poco que la amargura estaba siempre, pero solo de base. Eran días cáusticos, de esos en los que no tienes ganas ni si quiera de llegar a cualquier otra parte.

En marzo me decías que volviera a sonreír, me llevaste a Valencia, esa ciudad que me tiene tan enamorada con sus luces, sus fiestas y su gente. Sudé con un par de asignaturas que veía venir oscuras. En abril, parece que aburrido de que el sol fuera a salir, me lanzaste un poco contra el suelo, recordándome, que no hay porqué entender las cosas para que sucedan. Hubo muchas noches buenas bailando, playa con calor insólito para las fechas con la suiza de nuevo, un San Cemento con compañía inesperada y, finalmente, un golpe duro.
Hay cosas que tenemos que pasar, pero con un par de veces es suficiente para saber que hay capítulos que es mejor cerrar. Intentaste vaciarme por dentro, de nuevo, ¿cómo no iba a odiarte? ¿Cómo iba a levantarme? Lo mejor que pude hacer entonces fue decirte que no nos veríamos jamás.

Sin saber cuál era el siguiente paso, llorándole al cristal del AVE y sin la oportunidad de explicarme, volví al cielo lluvioso de Madrid. Todo eso, con la abrumadora suerte de tener al jefe a mi lado y a gente que me llevó a Segovia a comer como si no hubiera mañana, a Toledo por el valle, a reírme sin que me diera cuenta.

Domingos en familia que se hacían menos malos. Helado de cookies. Excursión entonces a Montanejos con los de siempre y contenta de ver que llamaba a la puerta de mi mejor amigo una chica espectacular. Mucho vino en la montaña, estrellas bajo las que dormimos y verdades como templos que nos unieron más.

De nuevo, quien importaba ahí. Sin humos. Lo que empezó a ser decisivo como punto de inflexión fue junio. Solo pretendía arreglar las cosas, ¿o no? Tirar de todo o tirarlo todo. Pero finalmente, pasó sin más expectativas. Tras un par de mentiras cazadas de mala forma y muy poco tacto, algo de anfetas y de alcohol. Pisar el norte por primera vez de verdad, en el punto álgido de quien no quiere volver la vista atrás. Y eso hice, no poner la vista atrás y seguir.

Sabía la magia que tienen mis pequeños, pero cuando son ellos mismos, sin ataduras ni miedos, es increíble lo que pueden hacer mis dos hermanos. “Hay que perdonar” me dijo el tete debajo del castillo de Disney, sabiendo de una forma que no me explico, que lo necesitaba.

Hasta julio, que decidió ponerse fuerte, trabajar un poco los fármacos y despedirse desde un fin de semana increíble con, de nuevo, los de siempre. A veces, alejarse te acerca también. Y eso pasó, me alejé y me encontré. Adiós. Sino, que se lo pregunten a mi agosto. Ibiza, las olas, el mar, el sol y la sal, viéndonos de nuevo solos pero más acompañados que nunca, con el espíritu hinchado de futuro incierto.

Colombia, ya lo sabes, me hacías más falta de la que yo a ti. No eran tus colores intensos, la gente que ha llegado y que no se va, el contraste de todo, la lujuria de las noches en Cartagena de Indias, el olor de la fruta que solo está en la otra punta del mundo. Colombia, tú me elevaste.

Llegaste septiembre, ese mes en el que todos estamos más morenos y tenemos tantas cosas que contar. Con la canción de la casa azul (su revolución sexual), un mes en el que subí el ritmo de todo y se fueron las dudas sobre si mi casa sería un templo o una tumba. Albacete fue la tumba, pero encerrarse en esa feria 24 horas con personas como ellos no podía salir bien, por supuesto. No hay feria sin beso, dijimos. Así fue.

Las fiestas de Villa, que siempre traen confusiones y tierra en los zapatos, se volvieron generosas y cargadas de nuevas experiencias. Miradores, un monólogo, Barry Seal, luna llena en octubre, jamón y queso, Zombie Bar, Biocultura, bolera, un palet que decoré con el patacón y las coordenadas de Cala Saona…pero antes de todo eso, sigamos con octubre.

Stand by me es la canción que debería sonar para describirte, octubre. Quizá porque no sabemos rimas poco groseras con “Logroño”, porque hay personas con las que te dices todo con la mirada aunque discutas por un número 56-57, porque la apatía nunca fue tan divertida si es al lado de la persona con la que comes chocolate en un parque. Porque la oscuridad que tiene la señorita Del Ramo, me ha iluminado todo el año. En tres días nos hicimos muchos kilómetros se pelea gastronómica, paisajes con fotos que no acababan de cuajar y dolor en el abdomen de reírme. Fue interesante volver a la tierra roja sin que latiese allí el vino que tanto me gusta, pero es uno de los muchos cambios que teníamos que experimentar para crecer.

Noviembre… ¿qué has hecho conmigo? Ni me he enterado de que has pasado tan rápido y es que cuando uno está a gusto realmente no se para a dosificar el tiempo. Pasé por Sotillo al principio con el calor de las brasas y semanas después estaba el sol del sur calentándome cerca de una noria a pie del mar. Debo decir que, de nuevo, alejarse te aleja también. La H fue muda con la liga de la justicia, cosas mías supongo. Sin embargo y aunque no todo saliese como quería, está bien ser valiente y decir lo que uno siente, por aquello de no quedarse con las ganas.

Y, como a todo el mundo le llega su San Martín, no se olvidó el Karma de una persona excepcionalmente importante. Fuera como fuese, noviembre acabó de recordarme la importancia de trabajar como el que más y he tenido la suerte de que me han puesto en el frente al mejor ejemplo de ello. Hubo proyectos de cortos que grabaremos en breves, de verdad.

Diciembre, tan mío. Celebraciones, amigos, familia, exámenes. Tú no sueles traer tantas sorpresas como este año, pero la verdad es que tocaba poner un broche bonito. “Lo bueno de quererte es que no tengo que entenderte” nos dijo un libro en “La realidad” con dos cervezas bien frías. Hay que dejar hueco para los Kämpfer que siguen para adelante con todo aunque la vida les intente derrumbar, en Alemania, Madrid o en el subsuelo, porque son de ellos de quienes aprendo que querer de verdad es lo que merece la pena. Muchos matches y ni tú eres esa rubia ni yo aquel moreno.

En conclusión, se podría decir que quiero que te vayas ya 2017, muchos altibajos, muchas cosas malas pero también personas, como siempre que han sabido subir el listón. Hemos viajado, planeado, llorado y reído. Hemos explotado la capacidad de responder rápido, de saber respetar silencios, de llevar al límite al cuerpo y de calmar lo de dentro. Tinta en la piel que te lleva a volar y a que me acompañen siempre mis lobos.

Hoy pienso que si la tendencia sigue ascendente, parece que 2018 va a ser muy buen año. Tengo que decir, que cada segundo tuyo ha merecido la pena 2017. Muévete pa'lante, arrástrame contigo.

sábado, 16 de diciembre de 2017

Tú, como entidad química

A veces el truco es tan sencillo como saber decirte “déjate llevar, deja que pase el tiempo”.
No tengas tanta prisa, que los segundoS corren a la misma velocidad siempre y tú te metes en una carrera cuya única concursante eres tú; tan ridícula en una competición que jamás se puede ganar.

Como cuando brotan solas las palabras y te falta papel para plasmarlas o lanzas a las llamas el lapicero que te hizo marcar con sangre las notas de un sobre “de las preocupaciones” sin fondo.

No es cuestión de frustración, esto trata de liberación. Saber decirse a las mañanas que será un día mejor y reconfortarse en la cama porque la lección fue tan brusca que hasta el miedo se acojona.

Dejar que la vida fluya y te traiga mareas de cabezas que al pensar te enriquecen, dejar de buscar en esquinas virtuales gente con conexiones que se miden con un número.

Y es que la inspiración, sea por el examen o por este estado de acción, me hace crecer como las amapolas a las que juré no temer. Esas cuya droga me cautiva pero no por los opiodes sino por los colores que aún no he visto más que en cuadros holandeses.

No es lo que necesito, porque no existe nada en mí que anhele otra vida, otra suerte, otra esperanza. Soy lo que soy con mi futuro por delante. Disfrutando de las sonrisas, de las aceras que pisas, del sol que cada día cae y por la noche ilumina valles con los que te mueres por conocer.

¿No te has enterado? ¿Es que sigues sin entenderlo? Tú, como entidad química, como rasgo inherente de la felicidad o recíproco este sentimiento, eres única. Eres la orquestación de carbono que sabe que los enlaces covalentes también se rompen y destruye la estabilidad de los grandes 8.


Tú, sin creer en el destino ni saber lo que vendrá, decidida por corazonadas o decisiones muy pensadas, tú. Que no te sabes guiar por las estrellas pero sí por las mareas, que mirabas la luna desde pequeña cautivada por su brillo y no ha pasado de moda esa admiración tan natural. Tú. Sabes decirte “déjate llevar, deja que pase el tiempo”.

jueves, 23 de noviembre de 2017

Con M de Marasmo

Agárrame del brazo y miénteme al oído, dime que no puedes, que no quieres, que no te hace falta verme más. Miénteme al oído y dime lo que tus ojos sueltan a gritos. Miénteme al oído. Sé que a la cara no puedes.

Vamos a emborracharnos a mentiras a ver si así se escapa alguna de las verdades que necesitamos decirnos. Como el ángel negro que cuida de tu camino pero a la vez te empuja a que salgas. 
Vamos a hacer una obra maestra de puzles que no han encajado, a ver si de una vez y probando tu tacto, podemos formar la M de tu Mediterráneo y mi Madrid.

Debería darme un respiro entre tanta vuelta porque voy a acabar cayendo por las grietas de bocas vacías en vez de escalar hacia una que haga que me duela el alma de reírme.
Debería alejarme por un tiempo de liberaciones impuestas y absurdas. Unas que me llevan a noches divertidas y otras a mañanas arrepentidas. Sintiéndome aquello que no soy, inofensiva y callada.

Que hace poco me he tatuado un lobo de los solitarios, de los que son valientes, de los que persiguen lo que quieren (y lo que les destruye) para enfrentarse cara a cara con la realidad. Y eso quiero, un golpe de realidad, pero de los que duelen. No de esa que se dice con boca pequeña porque da vértigo quererse. 

Resultado de imagen de loboTú déjate de tonterías y agárrame del brazo, miénteme al oído y dime que lo tienes tan claro como yo, que soy la seguridad que llevas tiempo buscando. Miénteme al oído. Que yo tampoco sé cuál es la verdad, ni siquiera la mía, ni mucho menos la tuya.

Marasmo, la suspensión, paralización, inmovilización, en lo moral y en lo físico. Con M de Marasmo.

miércoles, 18 de octubre de 2017

Hay gente que te cambia la vida

Hay gente que te cambia la vida. Ellos ni siquiera lo saben.
No sé si soy yo que me quedo con frases que me dicen, pero sí, hay palabras que dichas en el momento y circunstancia adecuada, te cambian.
A veces te curan y otras te matan, una charla intencionada o tomando algo con amigos. Sin embargo, todas me llevan donde estoy, a una evolución que intento que sea a mejor.

Don Martín me dijo con 9 años que aprendiera a escuchar, que ser más analítico te abre opciones ante el mundo de escoger las mejores puertas. Ese año, empecé a escribir y mi primera redacción fue sobre el brillo intermitente de las estrellas que se veían desde casa. Por esas mismas fechas, me aficioné a ver la luna llena cada mes.
Mi amigo Cristian soltó un comentario que estoy segura que fue algo trivial pero esas palabras se me quedaron marcadas a fuego "tómate la vida con más calma"; y en una mala racha como esa fue el mantra que me repetí. Un último ejemplo fue Violeta la caústica una tarde en la villa. Me dio un abrazo al despedirnos y me dijo  "sigue siendo el torbellino, ese punto de acidez que tienes le gusta a los que merecen la pena".

Habrá mucha gente que no sepa nunca el cambio que ha supuesto en nuestras vidas, tal vez porque hasta pasado un tiempo tampoco seremos capaces de haberlo visto nosotros. Solo sé que hay que seguir quedándose con los momentos para aprender a mirar al mundo a la cara y que tengamos esa chispa que, sencillamente, te hará diferente.

domingo, 1 de octubre de 2017

Una manzana y un libro

Preguntándose en una tarde de domingo, ¿cómo se puede ir más despacio? ¿ Qué implicaba frenar? 
Y las aceras hacían ruido pero cada vez que miraba hacia arriba, el volumen de la escena se limitaba a las risas de los transeúntes. Diferenciando el ambiente y sus ganas de quedarse en él, bajó hasta tropezarse con una losa de plaza. Le salió una carcajada. Allí sentía paz, risa, juego. Éxtasis.

Subió la calle con media manzana en la mano y la otra media devorada con soltura, moviéndose con ligereza entre la gente que paseaba casi tan distraída como ella. Miraba con vigilancia complaciente, como quien es descubridor en una novela, como un tío vivo cuando ha acabado de girar. Compró un par de libros, le regalaron otro.

La hora de la elección fue tan sencilla como recorrer con los dedos las portadas de unos cuantos, evaluando su rigidez, su edad, lo vividos que habían estado, los daños que otras manos les habían inflingido, lo que sus título le hacían imaginar. Todo esto sin leer el resumen. No quería saber el contenido, solo sensaciones, no tenía prisa.

Cuando el librero se acercó a la isleta donde estaba, y ya con las dos novelas en la mano, le dijo que la elección había sido buena. También le preguntó si había visto la película que se había hecho de uno de ellos. Ella negó. Y hablaron, y discutieron de literatura. Y las arrugas de él se fundieron en la tersa juventud de su piel, siendo testigos de la felicidad de ser desconocidos cuyo arte en común es la literatura.

Se sintió sin embargo mucho más obligada a mantener una conversación con aquel chico, mucho más de edad, que se le había cercado cuando se sentó a disfrutar de las primeras frases de una de las recientes adquisiciones.

La manzana le había dejado las manos pegajosas, pero no le importaba. Sentía frío en las piernas, pero le reconfortaba su jersey. Tenía muchas cosas en las que invertir horas, pero estaba disfrutando del momento. Incluso el olor a tabaco que salía de la mujer sentada a su derecha con un chiguagua y un bollo de crema no le parecía tan desagradable esa tarde.

Solo había alguien con quien quería estar; ella misma. Y por eso empezó a leer:
"Cambios de vida, de ritmos, de aire. 
Cambios de luces, de apologías, de cruces. 
Cambios de miedos, de aficiones, de trenes.
Cambios de filtros, reposición de esperanza."

Miró de nuevo al cielo, mucho más oscuro pero igual de carismático y se dijo que aquello del momento adecuado y el lugar indicado era simplemente un conjunto de casualidades: palabras escritas hace tiempo que ahora se adaptaban a su situación, una manzana sin granular y la sabiduría de quien lleva años vendiendo historias.

martes, 29 de agosto de 2017

In.Conformista

No sé si es que no tienes nada que contar o soy yo la que ha querido dejar de escuchar.
Si de verdad no es suficiente o soy yo la que ha decidido que lo poco no le vale.
No sé si son esos gestos que ya no tenías o es que me bebía hasta el último trago de tu aliento.
Si de verdad sólo veía que esa forma de actuar hacía que dejase de querer volar.

Y no es justo para nadie,
que no tengas, que te sienta,
que me invente que hago pellas,
que me enfade y que me marche,
que te riñas y te escapes.

No, eso no era justo pero escucha, ¿entiendes? Es desde la distancia algo nuevo, que siempre estuvo ahí. Es a gritos una ilusión, la punta del iceberg, la entrada a un camino. Son las noches largas que me esperan bailando por ahí, sola o con otros, incluso con otras. Son las ganas de rogar que no pare nada, que aumente la velocidad, que se rompa el hilo y que no pensemos antes de hablar.

Esto empieza, solo quiero avisar de que ya no importa lo que me lleve por delante, porque lo poco ya no me vale, porque quiero volar. ¿Quién lleva las riendas ahora?

lunes, 10 de julio de 2017

Pero en serio, ¿me enseñas?

En serio, ¿me enseñas?

¿Cómo enseñar lo que uno siente, lo que uno llora, lo que uno decide ocultar o callar? Para que muera y se extinga como la cerilla que jamás llega a arder.

Si pudiera entender cómo torturar a un espíritu sin alma, ahogar a un pez que nada o crear el aroma a libro nuevo. Si pudiera saber de qué estamos hechos, más allá de los campos de ciencia y de lo paranormal, de la anatomía y lo místico, de la furia y el sexo. Algo centrado en la capacidad de distinguir qué es bueno o malo e introducir una cuarta dimensión temporal a esa paradoja. Porque, ¿cómo explicarlo? ¿cómo se acaba callado?

Ser el más duro de la manada, el líder del que emanan las decisiones de manera continua y que sabe que hasta el hielo calienta y que en el odio hay amor. El que se sujeta a lo más alto cuando sabe que montañas más grandes han caído, pensando, evitando y temiendo en la espera.

El conductor de la sangre que fluye en las arterias y que es, una vez más, algo que sobrepasa lo mundano. Algo que se explica con lo que no se ve, con lo mejor que está enterrado en uno mismo.

Yo no sé lo que es, no sé como se explica, no quiero pensar cuándo me calentará este hielo ni dónde encontrar el amor en tanto odio. Yo no lo sé, pero en serio, ¿me enseñas?

miércoles, 3 de mayo de 2017

Primer domingo, mes cualquiera.

Ya no quiero ni hacerme comprender.
Ni hacer de buena o de mala,
ni ser la triste chica que está perdida,
acostumbrada a perder.
Dicen que lo más interesante está en los límites,
en la adrenalina del segundo,
ese que estalla valiente
previo al peligro.

Porque ya no tengo miedo.
¿Qué más da lo que piense la gente?
Si por cada minuto que se pierde
está celoso el misterio porque no lo eliges.

Ya no quiero avisos, ni preámbulos, ni traiciones.
Solo pretendo olvidarme de ese “no vuelvas”;
que incapaz de nombrarte retumba en mi cabeza
y me impide ver que el mundo no se acaba.
Uno de caricias, de abrazos,
de alegrías y de llantos.
Ese en el que los hombres mueren y se desgastan
cuando luchan contra su propia suerte.

Porque ya no tengo miedo.
¿Qué más da lo que piense la gente?
Si por cada minuto que se pierde
está rabiosa la vida porque no la sigues.

Date cuenta, mi reina,
que lo correcto está en cada uno,
en cada uno la decisión de entereza
y en la entereza quitarse lo que pesa.
Y antes de marcharme,
antes de reírme del vacío de tu soledad,
te dejaré triste entre las manos
poesía en versos rotos de tu potrillo alado.

Porque ya no tengo miedo.
¿Qué más da lo que piense la gente?
Si por cada minuto que se pierde
está esperando orgulloso el destino.

Mis lobos te estarán siguiendo.
No es una amenaza ni una advertencia,
son los que me van a ayudar a tener paciencia,
a dejar que te marches pero teniéndote en cuenta.
Para que, cuando decidas volver,
te muerdan, desgarren y echen al fondo,
que si a las personas buenas les pasan cosas buenas,

nos pase lo mejor a todos (o lo que te merezcas).

viernes, 31 de marzo de 2017

¿De qué color se pone tu cielo?

Las grandes cosas tienen algo de heroicidad intrínseca. Porque si no no serían grandes; porque si no no serían gigantes. Pero no hace falta darse aires de grandeza ni hacer apología de excentricidades a las que llamamos "propias", como si nos creyésemos con el poder de decir que somos únicos en este mundo.

No tiene nada de malo llegar antes, llegar más lejos o estar sin más parado viendo como pasan los trenes. A mí nadie me va a forzar a que me suba a uno y si he perdido una oportunidad es porque realmente no estaba hecha para mí -o sí- pero no era el momento ni el lugar. 

Lo que pasa y no vuelve es la búsqueda de la felicidad. Las risas. Los años. Los sueños. Los viajes. Las fotos. Ese rayo de sol con el que aprendiste a serenarte y esa lluvia que no era ácida y sin embargo secaba tu amargor. Los primeros besos y los últimos abrazos. No vuelve el aprendizaje de un escarmiento que sirvió para que avanzaras cuando olvidas de dónde viniste. No vuelve la chispa de frescura cuando permites que el peso de la vida te chafe. No vuelve esa sensación de decir una palabra única de tus raíces y sentir orgullo de que sea, simplemente, tuya, vuestra; cuando no vuelves a casa para recordar cómo se oscurece allí el cielo. No vuelve la sensación de necesitar esa comida de domingos en las que, realmente, la mejor guarnición era estar todos juntos.


Con todo esto y después de divagar, solo quiero decir que tan importante es saber a dónde quieres llegar como no olvidarse de los motivos por los que estás allí. Y ser feliz, y hacer feliz a quien esté a tu lado. Porque es cierto, los cuerdos nunca conquistaron nada y los locos que se quedaron solos murieron rodeados de un éxito vacío.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Feliz inicio del cambio

Sé aire, Sé fuego, sé las piernas del más fuerte y las palabras del más elocuente. Sé cuento, sé historias, sé el alma de los que dicen ser grandes, sé gratitud, y confianza, y un poquito de serenidad. Sé valiente, sé constante. Sé trabajadora y pártete la espalda en ser la mejor luchadora. Y a la vez madre, y a la vez esposa. 
Sé todo lo que te han dicho que tenías que ser: la mujer de curvas perfectas que tienes que ser. Sé todo lo que te han prohibido: la mujer que sólo se maquilla cuando el día se lo pide. Sé rebelde, sé escándalo. 
Sé la sonrisa que "debemos" llevar puesta y la lágrima que "debes" derramar. Porque puedes ser una llorona y tirar como una chica y pintarte las uñas de rosa; porque tu DECIDES. Y si quieres ser la que más gana en casa, la que deja a los niños en la guardería o la que ha renunciado a su trabajo porque HA QUERIDO quedarse en casa cuidando a los niños. 
Sé la que fuma en las fiestas, la que las mata callando, la que escucha el silencio. Sé la que parte la pana, la que reparte el bacalao o la que se queda callada y que es tan hermosa que hasta duele al mirarla. Sé buena hija, buena esposa, buena profesional, buena en todo. O sé mala.

Resultado de imagen de mujer trabajadoraSé lo que tú quieras ser, como tú quieras ser y de la manera en la que lo quieras ser. Porque eres mujer. Porque puedes ser todo y desde luego, que lo que nunca serás es menos.
Feliz 8 de marzo; feliz inicio del cambio.

martes, 31 de enero de 2017

Futuro en silencio

Hoy quiero tener tiempo para ti. Quiero poder dormir sin oír la voz del pasado, ni el silencio del futuro. Hoy quisiera haber tenido menos prisa, haber dicho aquello que sin los labios se demuestra. Subirme al teatro y poder quitarme el papel de adulta cuando tendría que haber estado jugando. 

Hoy quiero dejar claro que ya está bien, no quiero más sobredosis de tierra encima. No quiero más falsedad, ni que hagan un esfuerzo por demostrarme cómo de mala he sido. Hoy solo quiero tenerte, a ti, a mi. Solo quiero que llueva una tarde más y que,  entre una manta y café,  darme cuenta de lo mucho que importan algunas cosas y cuán insignificantes son otras.

Hoy, voy a demostrarle al mundo cómo de rápidas son las balas mal tiradas, pero a mi ritmo. Voy a cumplir todo aquello que siento, que pienso, que intento. Música, yo, tú, mar. Quiero ir a la playa en invierno y cocinar y reír y poner cada y sin que sea repetitivo; porque es la conjunción que quiero que me represente: nunca parar. Y. Y seguir hacia delante, porque qué más me da, no voy a dejar de ser quien soy. Voy a volver a saludar a la poesía que un día dije adiós cuando la inspiración se marchó, 
como un trío cojo
como un acorde sin cuerda
como una vida entera sin suerte.

Aquellas cosas pendientes que nos dejamos, que en realidad, dan igual y todos sabemos que no hace falta revivir. Pero me gusta lo amargo, decir qué guapa es esa chica que tiene miedo y se esconde bajo un escote, o bajo un baile, o bajo unos ojos bonitos. Y, sí, "y", sacarla a bailar. 

Sin miedo, con tiempo, durmiendo, despacito y sin disparar, con brisa del mar, poesía, entre los hilos de tu manta, dejando unos puntos suspensivos que ya sabéis que son un "y" de lo más definido: futuro en silencio.