jueves, 16 de diciembre de 2021
"And you feel amazing in my tongue, like if every fear was gone"
viernes, 12 de noviembre de 2021
Calyptra
What is the weight of a falling leaf? How does it change its trajectory? Does it impact me?
Not all questions have answers. Or they do. Sometimes we have to look for the root of the problem; without forgetting where we come from. The beginnings. Those memories are part of our past and define us. Like the chords of a song that we no longer like; the basis of melodies that we now sing at the top of our lungs.
The origins. I like to remind myself where I come from. The primordial roots are not the ones that go the farthest, but they support the tree and helped it to develop. To this day, we are all in the calyptra - a conical structure that is responsible for breaking through the damp, dark soil.
It turns out that it is in that environment of apparent non-conformity that there is the most growth. And it is irregular because it depends on nutrients, irrigation, and external light, which they do not perceive but which, undoubtedly, is their way of life. At that point, one decides which way to go. And, yes, you don't have to look so much to the pain of the past to recall worse (or better) moments. You don't want to stay there and rot. Nor do you want to project yourself into an uncertain future; when you hit a rock, you'll get around it and (as always) keep surfing your limits.
What is the weight of a falling leaf? A caress. Or a lead. Because context is everything. Because broadly speaking, how you are affected by something depends on who you are. And at a smaller range, within who you are, circumstances are going to affect how it impacts you too. All of this is wonderful when you accept it. When you internalize it. When you assume that we are the way we are and that includes an innate and indivisible conceptual difference; to life, to love, to pain.
Some people say they don't want to change. And it is a shame to close the range of sight so much. To remain at the mercy of a type of substratum instead of becoming flexible and finding your own freedom in the freedom of others.
What a complicated universal justice. "Finding in the freedom of others your own." Like a candle that is lit during the 47 minutes of a Vivaldi concerto. A symphony of heat, a dance of flames that I do not know how to explain but that I appreciate for the freedom it offers me. Is accepting that fire burns and gives us life on the same essential plane as assuming that we all have virtues and defects?
And I am uneasy when I deny myself these ideas that I write here; when I do not oxygenate myself and I focus on the stone instead of on the path that I am going to take so that it does not slow me down. But I return to myself; to writing, to nature, to music. These three muses tell me as I type, in whispers and voices, that there is no stone. That it's just harder ground and that it's part of being a calyptra, not always easy and less the further you go.
Origins. I like to remind myself where I come from. But I stay more with where I am and that takes me to a fullness that I can not define.
Caliptra
¿Qué es el peso de una hoja al caer? ¿Cómo cambia su trayectoria? ¿Impacta en mí?
No todas las preguntas tienen respuesta. O sí. A veces tenemos que buscar la raíz del problema; sin olvidar de dónde venimos. Los principios. Esos recuerdos que forman parte de nuestro pasado y que nos definen. Como los acordes de una canción que ya no nos gusta; que son la base de melodías que ahora cantamos a pleno pulmón.
Los orígenes. Me gusta recordarme de dónde vengo. Las raíces primordiales no son los que más lejos llegan, pero sustentan el árbol y le ayudaron a desarrollarse. A día de hoy, todos estamos en la caliptra - una estructura cónica que se encarga de abrirse paso en la tierra húmeda y oscura.
Resulta que en ese ambiente de aparente disconformidad es en el que hay mayor crecimiento. Y es irregular porque depende de los nutrientes, del riego, de la luz exterior que no perciben pero que, indudablemente, es su forma de vida. En ese punto uno decide por dónde tirar. Y, sí, no hay que mirar tanto al dolor del pasado para remarcar peores (o rememorar mejores) momentos. No quieres quedarte ahí y pudrirte. Tampoco proyectarte a un futuro incierto; cuando choques con una roca, la sortearás y (como siempre) seguirás surcando tus límites.
¿Qué es el peso de una hoja al caer? Una caricia. O un plomo. Porque el contexto, lo es todo. Porque a grandes rasgos, cómo afecte algo depende de quién seas. Y a un menor rango, dentro de quién eres, las circunstancias van a afectar en el impacto que tiene en ti. Todo esto es maravilloso cuando lo aceptas. Cuando lo interiorizas. Cuando asumes que somos como somos y eso incluye una diferencia conceptual innata e indivisible; a la vida, al amor, al dolor.
Hay quien dice que no quiere cambiar. Y es una pena cerrar tanto el rango de mira. Quedar a merced de un tipo de sustrato en vez de flexibilizarte y encontrar en la libertad de los demás la tuya propia.
Qué justicia universal tan complicada. "Encontrar en la libertad de los demás la tuya propia". Como una vela que está encendida durante los 47 minutos de un concierto de Vivaldi. Una sinfonía de calor, un baile de llamas que no sé explicar pero que aprecio por la libertad que me ofrece. ¿Estará aceptar que el fuego quema y nos da la vida en el mismo plano esencial que asumir que todos tenemos virtudes y defectos?
Y estoy intranquila cuando me niego estas ideas que aquí escribo; cuando no me oxigeno y me enfoco en la piedra en vez de en el camino que voy a coger para que no me frene. Pero vuelvo a mí; a la escritura, a la naturaleza, a la música. Estas tres musas me dicen conforme tecleo, a susurros y a voces, que no hay piedra. Que es tan solo terreno más duro y que forma parte de ser una caliptra, no siempre es fácil y menos cuanto más lejos llegas.
Los orígenes. Me gusta recordarme de dónde vengo. Pero me quedo más con dónde estoy y eso, me lleva a una plenitud que no puedo definir.
viernes, 18 de junio de 2021
To Berkeley
I'm going to miss you, but I don't know how much yet. Because, although they say that in love we should not compare, we always love by comparison. The perfect example will be a hot February when I remember your mist penetrating the Berkeley Hills skirts. I'll be older, my skin thicker, and I'll know that image will refresh me more then than what it does now.
I'll look for you in
the stray cats that assail you with looks of tenderness. It will hit me to
think that I won't be around to see how this city ages static in time:
preserving its essence, evolving alive and dead.
When I think of him, I
will live you through that memory. And you will be the blood that carries all
the oxygen of this stage of my life. A vehicle to tell my
story.
You are at the same
latitude as Alicante, but I am not in my Mediterranean; these waters are from
the Pacific. And you got it: thrilling sunsets. To be able to turn my head to the
right and say goodbye to San Francisco; even though I don't go there as much.
Even if these months have been cold. I have lived in exile, writing myself messages
of help in a golden jar.
It has been 10 months
in which I have made a declaration of war to so many enemy states that I went
into revolution. Just when I thought this was going to make me burn my Rome and
turn it all to ashes, it turns out that I am an untimely Phoenix; and I just
had to wait to be reborn. Turns out Berkeley is fire too.
That you've made a
revolution of bravery, work, uncomfortable situations, tough conversations,
saying goodbye with an "I'll hang up," being stubborn, respecting my
spirit, abusing my body, building myself from the ground up, low blows,
adrenaline and excess, being the mouse behind the cheese.
As green, as tall as a
sequoia, random in architecture, in harmony as passers-by. They overtake me on
the left and I have to strive to trust the wisdom of the one who makes the game
and has put me here; because I fear nothing; because this is the greatest
adventure of my life. I want to keep it that way, even though I don't know when
I will fall. This is a chisel that opens the veneer and touches you with poetic
justice and mathematical accuracy where it is necessary to touch to say
"you were and are wrong, but if you let this hurt now, you will discover
the real truth". The way of the warrior.
lunes, 14 de junio de 2021
A Berkeley
Voy a echarte de menos, pero aún no
sé cuánto. Porque, aunque digan que en el amor no hay que comparar, siempre
queremos por comparación. El ejemplo perfecto será un febrero caluroso en el
que recuerde tu niebla penetrando entre las faldas de Berkeley Hills. Seré más
vieja, mi piel más gruesa, y sabré que esa imagen me refresca.
Te buscaré en los gatos callejeros
que te asaltan con miradas de ternura. Me dará fuerte al pensar que no estaré
para ver cómo esta ciudad envejece estática en el tiempo: preservando su
esencia, evolucionando viva y muerta.
Cuando piense en él, te viviré a
través de ese recuerdo. Y serás la sangre que transporta todo el oxígeno de
esta etapa de mi vida. Un vehículo a través del que contar mi historia.
Estás a la misma latitud que
Alicante, pero no estoy en mi Mediterráneo; estas aguas son del Pacífico. Y te
llevas la palma en los atardeceres estremecedores. Poder girar la cabeza hacia
la derecha y despedirme de San Francisco; aunque no vaya tanto. Aunque estos
meses hayan sido fríos, aunque a nadie le apetezca ser yo. He vivido en el
exilio, escribiéndome mensajes de auxilio en un tarro dorado.
Han sido 10 meses en los que le he
hecho una declaración de guerra a tantos estados enemigos que entré en
revolución. Cuando pensaba que esto iba a hacer que quemase mi Roma y lo
hiciese todo cenizas, resulta que soy un Ave Fenix inoportuno; y solo tenía que
esperar para renacer. Resulta que Berkeley también es fuego.
Que has hecho una revolución de
valentía, trabajo, situaciones incómodas, conversaciones duras, despedirse con
un "cuelgo yo", ser cabezota, respetar mi espíritu, maltratar mi
cuerpo, construirme desde abajo, golpes bajos, adrenalina y excesos, ser el
ratón detrás del queso.
Tan verde, tan alto como una secuoya,
aleatorio en arquitectura, en harmonía como los transeúntes. Me adelantan por
la izquierda y tengo que esforzarme en confiar en la sabiduría de quien hace la
partida y me ha puesto aquí; porque no le temo a nada; porque esta es la mayor
aventura de mi vida. Quiero que siga siendo así, a pesar de no saber cuándo
será que caeré. Esto es un cincel que te abre la chapa y te toca con justicia
poética y exactitud matemática donde hace falta tocar para decir "estabas
y estás equivocada, pero si dejas que esto duela ahora, irás descubriendo la
verdadera verdad". El camino del guerrero.
domingo, 2 de mayo de 2021
La vida en Braille
Que todo depende de cómo te tomes la vida.
Las lecciones aprendidas deben quedarse en una biblioteca dentro de ti para no cometer los mismos errores. Todo se puede poner en perspectiva de una forma más coherente y rápida una vez tienes títulos como "Ya he pasado por ahí", "Saldré de esta" o "Ahora toca sanar".
Y da igual que esas emociones parezcan negativas. La tristeza es tan real como la emoción y tiene que impregnar parte de tus ciclos para que sean reales. La culpa muchas veces es una ilusión creada por nosotros mismos y eso no tiene cabida en nuestras majestuosas estanterías.
Escúchate. Araña esa maraña de sentimientos y háblales. Te cuentan mucho más de lo que parece, como cuando tocas por primera vez algo en Braille y solo puedes pensar que es imposible aprender a descifrar. Normalmente, las cosas de palacio van despacio y desenmascarar tu verdadera preocupación es un proceso doloroso en el que, ortodoxamente, rompemos barreras autogeneradas.
Que todo depende de cómo te tomes la vida.
jueves, 29 de abril de 2021
Roller coaster-like bumps / Personas montaña rusa
There is a type of person that makes you grow. With a radiant glow, the kind you know makes the sunrise on gray days. And they also burn out. And they will consume you. But their warmth is still there.
That same kind of person takes you up and down in a series of roller coaster-like bumps. Like when you were a kid and you loved them because you knew they wouldn't make you dizzy. But we grow up. And we get the vertigo of adulthood amplified and it makes us nauseous to be around people who are such a whirlwind.
And yet, despite that chest-clutching fear that you can't let go of, you know that the good things still make up for it. Because there aren't that many roller coaster people; or people that make you grow even when they are going into a small representation of themselves due to life circumstances.
Stop living with pain and give your heart a little more gas.
___________________________________________________________
Existe un tipo de persona que te hace crecer. Con un brillo
radiante, de esos que sabes que hacen que salga el sol en los días grises. Y
también se consumen. Y te consumirán. Pero su calor sigue ahí.
Ese mismo tipo de persona te lleva para arriba y para abajo en una
serie de golpes como una montaña rusa. Como cuando eras niño y las adorabas
porque sabías que no te iban a marear. Pero crecemos. Y se nos amplía el
vértigo de la adultez y nos crea nauseas estar con gente que es tan
torbellino.
Y aun así, a pesar de ese miedo que se coge al pecho y que no
puedes soltar, sabes que las cosas buenas siguen compensando. Porque no existen
tantas personas montaña rusa, ni que te hagan crecer incluso cuando ellas de
hacen pequeñas por circunstancias de la vida.
Deja de vivir con dolor y dale un poco más de gas al corazón.
viernes, 12 de marzo de 2021
Los otros 95 sentidos
Que lo maravilloso del arte es
compartirlo.
Que no debería pedir que leyeras
mis líneas,
ni tú que escuchara tu
compás de eterno gigante.
Que lo maravilloso del arte
es compartirlo.
Que no debería pedir que
leyeras mis líneas,
ni tú que escuchara tu
compás de eterno gigante.
Que no quieres que compare,
pero comparto y relato mi
parto de sílabas
con un olor al
perfume del pasado con otros.
Los que me consideran
artista,
los que me partieron el
cora
pero valoraban mi brisa.
Y eso no te gusta.
Y me enfado;
y lloro;
y grito en silencio que no
estoy siendo yo misma,
pero tú no lo ves.
Te lo digo;
pero no me crees.
Lo traduces;
pero no lo quieres
entender.
Te pido que me ayudes a
juntar unas imágenes,
para las que tienes tiempo
solo si es con márgenes.
Porque no es tu rap,
no es tu estilo, solo es
mío.
Y me sabe mal.
Te doy un consejo legal,
pero me pones un bozal
cuando tiene más peso
si te lo dice cualquier
chaval.
Tonta que tarda en tocar tambores
en la tardor.
Es normal que no sepas
quién soy,
si no te acuestas con
Dezba;
si se te olvida que estoy
hecha de letras;
si no has vivido el calor
entre las tejas
de una Valencia antigua y
moderna.
Aquí gobierna una eterna y
sempiterna caverna;
extensa, externa y CLAP.
Despierta.
He hecho cinco estrofas con
nueve versos.
Flow criminal y rimas a
matar.
Todo esto sale de mis
dedos,
Tras pensar en el sencillo
concepto de sentidos diversos.
Que lo maravilloso del arte
es compartirlo.
Que no debería pedir que
leyeras mis líneas.
Gracias a Dios que has
vuelto,
cuánto te he echado de
menos,
Dezba.
miércoles, 10 de marzo de 2021
O a bailar
Estoy rozando mi malestar.
¿A ti qué te mueve? ¿Qué te paraliza?
¿Por qué esa raya te supone un surco abismal?
No lleva veneno, es desasosiego compuesto por notas que tienes que aprender a tocar.
O a bailar.
O susurrarles que no tienes tiempo para perderlo sino que te pierdes temporalmente al notarlas.
O a bailar.
Ya verás qué bien te sientes cuando sueltes ese peso.
Me comprometo a que te complacerá tu sexto sentido una vez dejes de mirarlo con tantas miopías.
Te invito a premiarte con un poco de harmonía.
Asfixia tiene el acento en otra sílaba aunque acabe igual.
Y por eso no rima.
Y tú estás poniendo tu atención en otro lugar.
Y por eso no rimas.
Por eso no vibras.
Por eso te asfixias.
Por eso te corta la lluvia. Deberías leer "Dolores".
Deberías leer, Dolores.
Esto no es definitivo,
es una muestra de que hoy me siento con ganas de un concierto en el que dirijo por una vez los consejos hacia ti en vez de asegurarme a mí que todo va a ir bien.
Serás tu sed y tu agua.
Y siempre puedes pararte a ver el mar.
O a bailar.
Se me salen por los poros
Aunque queda mucho que conquistar aquí abajo, tendemos constantemente a desprender castillos en el aire. Que no vuelan. Que no existen. Que se impulsan por energía proveniente de sueños con falta de recursos o por el curso de una corriente de la que no somos dueños.
Ese párrafo tiene buena métrica. Da igual que se me haya olvidado contar, sigo expulsando toxinas de letras. Se me habían cerrado los poros por tanto desviarme del camino y ahora han brotado implacables en forma de soledad; y alegría; y una voz interna que me grita "estoy rota" y otra que le dice que callada está más guapa.
Tengo una lista de cosas por sentir que no deberían ser tóxicas. No. No lo son. Son descabelladas y van montadas en el caos. ¿Leíste "Dolores"? La escribí ayer entre una nube de desgarro. Hoy escribo esto riendo y quiero que sepas que estoy de todo menos tranquila. Si caigo, va a ser de pie. Si vivo, voy a hacer una lectura positiva. Si huyo, no van a poder ver mi sombra.
¿Y qué si me he estado pisando? Hoy me levanto. En un pis pas, como si pudiera subir esa cordillera con mirarla, como si me hubiera secado sin haber empezado la tormenta. Porque se que puedo. Porque estoy oliendo al lobo aullar y oigo como huele la luna llena.
Espíritu intranquilo. Acordeón de pensamientos que no son castillos en el aire.
lunes, 8 de marzo de 2021
Dolores
Ayer me rozó la lluvia de una forma que nunca había hecho.
Me acarició una gota de rocío al caer sin freno por las hojas del helecho de mi vecino.
Y me acuchilló el frío cuando se congeló la entrada de tu portal.
Vivo como si mi vida hubiera dejado de ser mía,
y auténticamente me estuviera convirtiendo en parte de un todo.
¿Pero por qué no se disipa todo lo que hay en el corazón?
¿Por qué no se automatiza el liberal los pesos que no sirven?;
como un sherpa que conoce el poder de la legitimidad.
¿Por qué sigue este picor dentro de mí?
El que me dice que no estoy exactamente donde debo estar.
Las entrañas desgarradas, desganadas, descontroladas en el cauce del caos.
Hablando de vidas indiscutiblemente incombustibles
con ambiguos futuros hipotecados.
Jinete en esta carrera potencial en el que me he dejado una ponencia.
Mala suerte, estás esclavizada ante una vida que no es tuya,
en la que no te llueve en la piel ;
y cuyo interior retiene un caballo ganador llamado Dolor.
sábado, 30 de enero de 2021
En un lugar lejos de Camdem
Camdem Town Market, un lunes lluvioso de un enero cualquiera. Hay muchas figuritas de cristal y colores. Hay sombreros. Hay un puesto de falafel que calificaste como el mejor de Londres.
Solías exagerar mucho con tus sentimientos. Una persona de extremos. De felicidad infinita que cuando te tira hacia abajo, te hunde en la miseria. Siempre apasionado. Enojado. Rap en quiebra que celebras con tu camiseta de Rap Solo. Yo fluyo morada junto los canales con mi gorro y un poncho.
Me acuerdo que estuvimos hablando mucho sobre uno de esos temas que nos apasionan. Como si supiéramos algo de este mundo y tuviéramos más que nuestra opinión y una juventud maltratada. Me compraste un collar y casi lo rompo cuando intentaste ponérmelo por sorpresa.
Eras un manazas. Y yo un torbellino eufórico por estar ahí contigo. Vimos un fotomatón en frente de nosotros y entramos entusiasmados. Me intenté colocar el pelo, pero ya le habías dado al botón. Así que en un segundo intento, nos acercamos y me rodeaste con un brazo. El siguiente disparo fue sobre tu mano y mi mentón. Necesitaba una mordiéndote. Porque muerdo a las personas a las que quiero.
Pero hoy no ha llovido en California. He ido andando al trabajo en Berkeley (como todos los días desde hace un par de meses). Me encanta vivir al lado de un colegio porque me cruzo a niños y familias que se despiden y se dicen "te quiero". Algunas veces los niños lloran porque no quieren ir al cole y me pongo a recordar cómo me encantaba ponerme el uniforme e ir a ver a mis amigas en clase.
No hay elegantes sombreros en un puesto. Pero me he encontrado una gorra verde con un elefante blanco. Aún no estoy segura de qué es, pero agradezco mucho a quien la haya dejado junto a otros objetos. Esto es común. Es una forma de reutilizar que funciona; una especie de ley no escrita.
He ido en mi descanso a dar un paseo y he podido oler la brisa que entra de la bahía mientras miraba a las montañas. Con unas nubes densas y enormes que parecían algodón.
Miro la foto que me has enviado de Montana. No sabía bien cómo localizarlo en el mapa. Pero está lejos. Y fuiste con tus colegas de forma repentina. Me gusta que seas así de aventurero y que juegues con tu tiempo para hacer lo que te hace feliz.
Le agradezco a la vida que me haya traído por este camino. Es un placer estar esperándote a que llegues a "casa" después de un par de semanas sin verte. Ayer me dijiste que te inspiro; es un sentimiento recíproco.
Lo bonito de esto es poder exprimir el tiempo con quien te hace feliz, construir tu camino y aprender a mirar el pasado con dulzura.
sábado, 23 de enero de 2021
Es viernes y estoy enamorada.
Es viernes y estoy enamorada.
Estoy enamorada de la forma en la que idealiza los años 20. Con
voces que te llevan al momento; incluso mimetiza con sus gestos cada uno de los
sonidos de la escena.
Qué bonito poder darte por hecho y saber que estás ahí. Mirándome
con orgullo y las ganas de jugar de dos chiquillos con las ganas de comerse el
mundo.
Estoy enamorada de esa pequeña mantis religiosa que está de camino
al trabajo. Representa cómo la constancia (y no tanto la autoexigencia) te
puede llevar a hacer y a apreciar cosas maravillosas. La mantis, de unos 10 cm
de larga, refleja los rayos de sol o el rocío de Berkeley cada mañana. Ese
paseo que me da espacio para pensar, para respirar, para retarme.
Estoy enamorada de poder señalar siempre el norte en esta ciudad. A
la izquierda la bahía; a la derecha la montaña. Es una pequeña concesión que me
da la vida en este momento en el que tan inexplicablemente perdida estoy. Y tan
adulta tengo que ser. Pero estoy enamorada de asumir la responsabilidad total
de la carga que es mi vida.
Me encanta saber que soy mediocre para algunas cosas. Y que no
pasa nada. Pero estoy jodidamente enamorada de saber que eso no implica no ser
la mejor en lo que tú haces.
Estoy enamorada de darme cuenta de lo mucho que quiero la
honestidad que tenemos en la terreta. El contraste cultural es real y -aunque
esto no sé si me gusta o lo odio- cada vez formo más parte de esto. Tanto que
ya no me doy cuenta de lo que antes era estridente. Porque estoy aprendiendo lo
humana que soy y que nadie tiene totalmente la razón; dependerá muchas veces de
las gafas que te hayan prestado.
Estoy enamorada de mi casa. Por muchos motivos. El primero es que
es mi refugio en esta tormenta. Un oasis en el que me recupero tras haber estado
en el ojo del huracán. Y he hecho un templo de ella; que se ha construido solo.
Que me ha construido a mí. Estoy descubriendo esta faceta mía y me gusta quien
soy.
Me encanta que muchas cosas me den igual. Me da igual que alguien
se enfade conmigo si siento que no está siendo empático. Confío en mi instinto.
Me da igual lo que piense la gente. Me da igual tener que reconocer mis
errores. Me da igual tener que recordarme que cometo fallos porque sé que soy
de naturaleza ansiosa.
Y me da igual. Porque no me culpo por el descontrol que puedo ser a veces. Pero quiero mejorar y encontrar equilibrio.
Me encanta saber un poco más de velocidades. Que no sirve de nada
ir a 200km/h si, de repente, aparece un muro en tu vida que te hace bajarte del
coche de la hostia. Y duele.
Y te quedas tirado.
Pero sabes que un día volverás al volante y volarás de nuevo a
200km/h. Porque ya lo has hecho antes. Siempre lo haces.
Y también me gusta saber que estoy dispuesta a esforzarme por
reducir la velocidad para poder disfrutar más del camino. Porque eso es
importante.
Me encanta escribir joder, esto sienta muy bien.
domingo, 3 de enero de 2021
2020
Gracias por venir a leer. Quiero hacer un resumen de mi 2020.
En enero sería la última vez en visitar con mis amigos el
muelle en Santa Mónica. Y San Diego me ofrecía una de mis últimas fiestas.
Un febrero inocente e iluso con ganas de volver a casa. Con
un marzo duro en el que se dejaba claro: había una alarma mundial. Familiares y
amigos perdiendo el trabajo, la ilusión, el contacto consigo mismos.
Para aquel entonces ya hacía tres meses que tenía mis dos
tatuajes "Allow" and "Inspire". No sé cuántas veces me dije
en el Yosemite que debía repetirlo cuando algo fuera mal. Esas dos palabras
resonaron. Nueva ciudad. San Francisco. Sola. Con Jordan. Un trabajo que no
entendía. Una ciudad que sin duda me consumía.
Estaba viva y evolucionaba implacable hacia una península
sucia. Inerte. Vacía. A las 9 se repartía el crack en frente de casa.
Una de las noches, vi a un ángel. Mi vecino me salvó de que
tres sin techo me robaran. Yo estaba en un portal paralizada de miedo. Estaban
cerca. Demasiado cerca.
Abril me sirvió para conectarme con una parte de mí que no
conocía. He fumado como una camionera. He llorado todas las noches en aquella
azotea. Mirando a través de un mar de dudas en un piso 13. Me seguía doliendo
haber sido estafada. Era vergüenza por no saber cuál era mi lugar y cuál era el
siguiente paso.
También, aprendí a comunicarme a través de una pantalla. Y
qué es posible un nuevo estilo de vida sin tantos desplazamientos. La pandemia
demostraba que éramos valientes ante la incertidumbre. En casa ya llevan un mes
encerrados. Papá está en el hospital y le duele al respirar. Tengo pesadillas
constantemente y trabajo 12 horas diarias.
En mayo decidí volver al sur tras haber perdido el Norte.
Tenía que hacer el TFG. Estudiar para la última oportunidad en Ingeniería
Genética y Molecular. No tengo seguridad social ni seguro privado. No tengo el
permiso de trabajo para ese año. Por supuesto, cancelaron mi vuelo a España.
Llegué a Riverside a 80 mph en Jordan, dejándome atrás el
cinturón que me regaló un chico de Tinder al que, a día de hoy, sigo
apreciando. Puse La Santa de Bad Bunny y Javi y Gonzalo vinieron corriendo. El
aire estaba seco y olía a casa. Papá estaba bien y me llamaba cada día para
decirme que me quería.
Junio: TFG. Agobios. Calor. Nada que hacer. Engordo. Me
lleno de complejos. Fumo. Me consumo y me avivo al entender que puedo con todo.
Lo bordo en mi exposición.
Llega julio y le conozco. Stan Anderson. Un chico que enseña
inglés a niños en República Dominicana. ¿Cómo no se me iba a caer la baba?
Hablamos del canto de las ballenas. El día 4, nos besamos. Te emborrachaste y
acabamos girando la botella. Tenía miedo de que no funcionase algo tan real
como lo que notaba contigo.
A principios de agosto conocí al General Sherman. Me bañé en
un río desnuda cerca de Fresno. Y rellené una piñata en su cumpleaños. Tengo la
foto del momento exacto en el que todos nos agachamos a recoger caramelos y condones del suelo. Qué alegría
poder hacer una paella para tanta gente.
San Diego me quiso enseñar que encajo aquí. Y donde quiera.
En el mar, con el pasaporte como escudo en el pecho; tras una reacción por la
búsqueda de respuestas.
En septiembre, la dirección cambió a un barrio de casas
blancas y blancos en sus casas. Fueron semanas en las que el tiempo y el calor
me costaron mucha energía. Dejé de fumar y visite a Stan en Tahoe.
Es tan bonito como me habían contado. Y es gracias a esa
espontaneidad por la que empecé a buscar trabajo en Berkeley. Bajo un cielo que
iluminaba las llamas en California, me enamoré del alma que tiene este sitio.
Los días pasan en el calendario y puede que nos tengamos que
volver a España. Marie viene a vivir a casa y estoy feliz de abrazarla.
La bici me distrae y me mantiene activa. También hemos ido
al desierto a pasar la noche dentro del maletero. Al día siguiente pude ver el
amanecer más bonito de mi vida en Joshua Tree.
Octubre. El mes de cambios, mudanzas, dejar atrás una etapa
y saltar a una piscina a medio llenar. Siempre a medio llenar. Porque me
contratan en un laboratorio cosmético y me mudo después de ver 14 casas.
Empiezo a tener la filosofía de vivir con lo que tengo. Más humildemente.
Escuchandome a mí y a mi entorno más. Stan tiene paciencia cuando lloro porque no
encuentro mi tarjeta de la seguridad social. Todo cuesta mucho.
Carnet de conducir. Plantas. Noviembre ha sido un paseo
agridulce en el que acabe comiendo pavo por Thanksgiving. Sentirse en familia
junto con diciembre. Mis amigos me llaman y eso me hace sentirme bien. Les
agradezco su tiempo conmigo, me he dado cuenta de que vale oro.
Es Navidad y ha acabado todo. Me propongo nuevos retos y
tener una actitud que me ayude a no hacer de pequeños problemas grandes
discusiones. Porque la vida es complicada y se va a poner más jodida.
Pero estoy enamorada de esta aventura y de en quién me estoy
convirtiendo.
Quiero abrazar a mi familia. He descubierto valores que
pensaba que no tenia y tambien he cerrado capítulos con ayuda de la distancia y
todo lo bueno que me rodea. A mis hermanos: cuando os veo en las fotos, algo me
aprieta el corazón. Os quiero.
Gracias.